Paper flowers ━━ DDINGDONGZ.

girasol

Taesan recorre los pasillos de una librería cerca del centro de la cuidad, buscando meticulosamente ciertos materiales que tanto necesitará. Desde los audífonos que cubren sus oídos se reproduce una canción que le transmite una calma propia de ella, sus labios se mueven mientras canta en susurros tan bajos que nadie puede escucharlo.

Con esa ayuda que, indirectamente, su querida amiga le había dado a través de sus palabras despistadas, finalmente pudo idear una solución para el problema respecto a las flores y el polen. Puede hacer flores de papel.

Él es bastante bueno en las áreas artísticas, probablemente porque es una de sus actividades favoritas y en su mayoría recibe elogios por éstos mismo trabajos. Confía en que puede construir flores de papel que se vean tan idénticas a unas reales que el chico que los reciba incluso dudará un poco al verlas.

Aún le resulta tonto el no haberlo pensado con anterioridad. Hanni lo apoya como una buena idea, pero le dijo que ella es tan mala moldeando papel que lamentablemente no podría ayudarlo en eso.

Echando un vistazo al pequeño cesto que sostiene en su mano, controla mentalmente las cosas que tiene y las que todavía le hacen falta. Nota que lo único que le falta son las cintas de color blanco, así que camina unos estantes más para buscarla.

—Look at the stars —Susurra, una calidez se apodera de su pecho mientras la canción se reproduce, tan mágica y especial—. Look how they shine for you...

A punto de tomar las cintas del estante, su pálida mano choca con una desconocida y él la retira rápidamente. Cruza su mirada con la persona a un lado, sus mejillas se sonrojan efusivamente al encontrarse con un chico un poco más bajo que él, de piel morena, cortos cabellos negros y ojos cafés juguetones. Myung Jaehyun.

Mientras se distrae mirándolo, un poquito embobado quizás –sólo espera que no se note–, todo parece tener más sentido. Su corazón se agita cuando el chico le regala una sonrisa, mostrando sus blanquecinos dientes.

Ah, esconder sus ojitos enamorados es cada día más difícil.

“Your skin, oh yeah, your skin and bones. Turn into something beautiful.”

Y la canción podría seguir sonando, él podría seguir viviendo en este amor silencioso que siente por el mayor. Podría, pero entonces Jaehyun mueve los labios y lo obliga a bajar los audífonos hasta posarlos en su cuello.

—Hola, Taesan-ah —Saluda amigablemente, marcando ese bonito hoyuelo en su mejilla al hablar y continuar manteniendo su sonrisa.

Taesan igualmente sonríe pese a su timidez inicial.

—Buenas tardes, Jaehyun-ssi.

Ellos no son muy cercano, no son amigos ni mucho menos compañeros de clases, pero se conocen desde hace un tiempo y las reverencias no son necesarias, sin importar la diferencia de edad. Comparten algunos talleres artísticos como música y composición, y fueron compañeros de equipo antes de que Taesan decidiera dejar de participar en las jugadas de básquet.

Jaehyun es una persona con la que sencillamente parece fácil ser su amigo, un chico sonriente y confianzudo que irradia un aura amena. Un chico que logró robar su corazón sin proponérselo.

La acogedora burbuja en la que le gustaría permanecer explota cuando una dulce voz femenina llama el nombre de Jaehyun desde una dirección desconocida pero cercana.

—Debo irme —Jaehyun dice con una pequeña risa que parece un resoplido, colocando sus manos en los bolsillos a los costados de su pantalón—. Nos vemos luego.

Un “quédate” revolotea en su mente, más no dice nada y sólo asiente. Lo ve marcharse.

Taesan coge las cintas blancas y se dirige a la caja, su pulso acelerado empieza a volver a la normalidad. La joven mujer que lo atiende le indica el precio luego de pasar las cosas y una especie de puchero se instala en sus labios al ingresar a su billetera virtual para escribir el monto, abatiéndose ante la pérdida de un poco del dinero que había estado ahorrando de su trabajo a medio tiempo para comprar un set no tan económico de pintura que incluía desde el caballete hasta las acuarelas, el cual no deseaba molestar a sus padres en pedírselo.

Pero, mirando de reojo hacia un pasillo y rememorando lo ocurrido hace un momento, sabe que vale la pena.

Jaehyun se lo merece.