—Tiene esa extraña manía de pensar que todos los adultos son sus tíos, así que lo siento de antemano —explicó por enésima vez algo que ella consideraba «extraño pero adorable» sobre Marinne. Había pasado los últimos diez minutos hablándole a Taylor la personalidad de su ahijada para que no se sorprendiera demasiado al conocerla. Aunque ella adoraba a Marianne con todo su corazón, Sebastian solía decirle que era «una de esas niñas demasiado ruidosas», por lo que ahora le aterraba que Swift se asustara.

Taylor acarició la espalda de Addie con suavidad.  Era la primera vez que lo hacía y, aún así, la menor pudo sentir la familiaridad en ese gesto.

—De verdad está bien, deja de preocuparte demasiado. Me gustan los niños.

La actriz asintió y guardó silencio mientras atravesaban el jardín por el camino de piedra. Aunque no quería comparar a la cantante con su ex marido, algunas veces las diferencias eran tan grandes que la golpeaban de frente.

Después de que se casaron, Addison comenzó a pasar menos tiempo con su familia porque a Sebastian no le agradaba el ambiente «ruidoso» que creaban sus sobrinos, lo cual era extraño considerando que el quería tener por lo menos cuatro hijos.

Y, no solo sino, sino que el mundo de diferencias incremente con los días. Y a veces eran tan pequeñas que causaban escalofríos. Por ejemplo, el otro día, cuando Addison invitó a la rubia a su casa para ver friends.

Era casi media noche cuando apareció un comercial de Macdonald. Addie saboreó sus labios y sin pensarlo mucho soltó: mataría por una hamburguesa ahora mismo.

Y luego la rubia le dijo que fuesen por una en ese instante. Así, sin pensarlo dos veces.

"¿Hablas en serio?" Preguntó consternada mientras la veía tomar sus llaves. "Son las once de la noche", señaló con obviedad.

La rubia se encogió de hombros. "Pero tiene servicio de veinticuatro horas, Addison, ¿no lo sabías?"

La menor rodó los ojos y apagó la televisión al ver que de verdad irían a Macdonald en ese instante. "Si, pero... ¿iremos? Me refiero a, ¿no te molesta?"

"Está a veinte minutos, Addie, ¿por qué me molestaría?"

Y luego fueron hasta el local, ordenaron por el autoservicio y comieron en el estacionamiento mientras escuchaban música. ¿Qué hubiese hecho Sebastian? Probablemente algo como reírse y prometerle que irían luego. Y ese «luego» jamás llegaría.


Addie sacudió su cabeza para dejar de pensar en eso. Todo había terminado y punto. Para bien o para mal —aunque ella sabía que para súper bien—, ellos ya no estaban juntos.

Cuando abrió la puerta principal sin molestarse en tocar se encontraron a Angela hablando por teléfono mientras caminaba por todo el pasillo principal. Ambas la saludaron con una sonrisa y caminaron en silencio hasta la sala para no interrumpirla.

Marianne tenía solo cinco y era el rayo de luz de Addison. No solo era la hija de su representante —quien era como su hermana—, sino que era su ahijada. Sobra decir que Ángela había elegido ese nombre en su honor.

—¡Tía! —ambas caminaron hacia la pequeña cuando escucharon el suave grito. Addie la levantó en un fuerte abrazo y le dejó un par de besos en la frente antes de regresarla al suelo.

—Hola, mi amor, te quiero presentar a alguien —Addie tomó la mano de Taylor y la jaló hacia ellas. La rubia sonrió con timidez cuando la pequeña abrazó sus piernas.

—Hola, tía Taylor.

Swift sonrió cuando Addie rodó los ojos en broma. La menor se encargó de colgar las bolsas en el perchero y con toda la confianza del mundo encendió la televisión para buscar alguna película.

Mastermind || T. SWhere stories live. Discover now