Una no tan dulce navidad

7 1 0
                                    

Dana.

Siento un dolor en el pecho al ver esa fotografía.

Vale, sé que no debería estar revisando la galería de mi celular, es obvio que no es una buena idea. Pero fue inevitable.

Todo era tan bonito en ese tiempo... Mi vida nunca fue perfecta, pero la tenía a ella, y eso llenaba cualquier otro vacío.

Intento no aferrarme al pasado, pero se me hace imposible. Me encantaría volver a él y quedarme ahí para siempre.

Nuevamente trato de aislar todo pensamiento negativo, pero soy incapaz. Hoy están más presentes que nunca. Y entiendo perfectamente porqué. Primera navidad sin mamá.

Me tomo mi tiempo para respirar e intentar arrancarme este nudo del pecho, pero por más que intente que se vaya, sigue ahí.

La voz de Keyla llega desde la puerta de la habitación.

- Dana, ya vamos a cenar.

No respondo. No puedo hablar.

Noto que comienza a acercarse y yo no quiero que esté aquí. Quiero que se vaya.

- Ehh ¿todo bien? -dice cautelosa, mientras se sienta a mi lado.

Nuevamente no respondo, no es que no quiera hacerlo. No puedo.

- Danis, sabes que puedes decirme lo que te pasa, intentaré ayudarte sea lo que sea.

Por algún motivo que no entiendo, sus palabras tienen un efecto totalmente contrario al que seguramente ella buscaba, y exploto.

- ¿Puedes parar de fingir que todo está bien? No lo está. Hace mucho tiempo que dejó de estarlo y tú lo sabes perfectamente.

Su rostro refleja únicamente confusión.

- Yo sólo te quiero ayud...

No la dejo terminar, no quiero escuchar tonterías.

- ¿Ayudarme? -me levanto de la cama para alejarme de ella- No eres tonta, Keyla, sabes que no puedes ayudarme. Deja de actuar así, estoy cansada de que siempre me trates como si fuera una estúpida y como si tú también lo fueras.

Su expresión pasa de la confusión al enfado, pero yo estoy demasiado enfocada en mis problemas como para darle importancia.

- Yo no te he hecho nada, no tienes porqué responder así. Si estamos como estamos es por tu culpa, Dana. Tú eres la que debe dejar de comportarse así. Estás siendo una idiota y te estás alejando de todos, cuando nadie te está echando.

Al fin se da cuenta de la basura de persona que soy. Siempre ha sido más que obvio.

- Si, Keyla. Soy una mierda. Y nuestra amistad es una mierda -finjo indiferencia- me voy, dejo de joderte el día.

Salgo rápidamente de su casa, no quiero tenerla cerca.

Otra cosa más que me cargo. Mierda, estoy arruinando todo.

La discusión pasa a un segundo plano cuando vuelven a mi cabeza los pensamientos que han estado presentes todo el día.

No me percato de dónde estoy hasta que veo la fachada gris y antigua frente a mí. Mierda. ¿Por qué vine hasta aquí?

Estoy a punto de dar media vuelta, pero algo me impulsa a entrar. Tal vez después de todo ya es momento de dejar de evitar mi casa.

Decido entrar de una vez, mientras más alargue el momento peor será. Me quedo en el salón y analizo un poco el lugar. Veo que todo está intacto, todo sigue lleno de recuerdos. Quiero seguir avanzando, entrar habitación por habitación para poder enfrentarme ahora a todos lo que me atormenta de este sitio y volver a ver mi casa como la veía antes. Pero no puedo, duele demasiado.

Al borde de tu miradaWhere stories live. Discover now