Sensaciones extrañas

13 1 0
                                    

Dana.

Sigo sin poder quedarme en casa, no soy capaz de hacerlo. Así que tal como he hecho desde hace un par de días, voy a casa de Keyla.

Cuando hablé con ella y su madre, no tuvieron ningún inconveniente en que me quedara con ellas. Me ofrecí a aportar en los gastos, claro que no quería suponer una carga todavía más grande para ellas. De por si ya estorbo bastante.

Los días anteriores me había estado quedando en hoteles, pero si seguía así terminaría en ruina. Hasta los más baratos se hacen demasiado caros cuando son tantos días.

Todo sería más fácil si fuera capaz de volver a casa.

De repente comienzo a analizar lo que acaba de pasar... Volví a ver a Jasper. Tal como él dijo, que curiosa es la vida. Y que curioso es lo que siento al verlo. Es como si al fin hubiera algún tipo de emoción en mi vida. Extrañamente, cuando lo tengo frente a mí no me siento tan vacía. Y ni siquiera entiendo el porqué.

Es aterrador sentir esto. No entiendo nada.

¿Habré hecho algo mal? Espero que no. Últimamente no pienso muy bien lo que hago o digo.

En cuestión de segundos la culpabilidad me inunda. Soy una mala persona. No sirvo para nada. Esto es incontrolable, cualquier cosa que pasa en mi vida, por más pequeña que sea, termina desencadenando pensamientos que me gustaría no tener.

Siento una fuerte presión en el pecho y empiezo a temblar. Dios, ¿por qué me pasa esto aquí? Me detengo e intento calmarme. No veo a nadie cerca y empiezo a desesperarme.

Respira, sólo respira.

Si no me desespero estará todo bien. Necesito calmarme.

Cuando al fin consigo estabilizarme me obligo a seguir caminando para llegar a casa de Keyla. Por favor, necesito llegar rápido.

No me quiero seguir sintiendo así. Ya no aguanto. Esto es insoportable.

Cuando llego estoy un poco más calmada, pero la presión que siento en el pecho no desaparece. En realidad, creo que nunca logra desaparecer del todo.

- Hola, cariño -dice la señora Dawson, alegremente.

En vista de que no respondo cambia abruptamente su expresión.

- ¿Estás bien?

Me obligo a responder. Lo último que quiero es preocuparla.

- Si. Ehh si no le molesta, quiero ir a descansar.

- Anda, sabes que cualquier cosa que necesites estoy aquí.

Fuerzo una sonrisa.

Cuando camino a mi habitación provisional, me fijo en que Keyla no está. Mejor así, quiero hablar con ella, pero este no es el momento. Es curioso de que a pesar de llevar algunos días aquí, prácticamente no he cruzado más de tres palabras con ella.

Me dejo caer en la cama e intento despejar mi mente, pero no puedo. Los pensamientos que me torturan son demasiado fuertes.

Mi celular logra distraerme cuando suena una notificación.

Que novedad. Es del grupo de trabajo.

Hace tiempo que cambié de número de teléfono y aparte del grupo de trabajo casi no tengo contactos. No hablo con casi nadie, es agotador.

Abro el chat, sólo por si es algo importante y me encuentro con una pequeña sorpresa. Mark, el chico que está encargado de la cocina, acaba de mandar el número de nuestros dos nuevos jefes.

Al borde de tu miradaWhere stories live. Discover now