O1. Esteban Kukuriczka

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Los días siguientes fueron extraños, podría decir que hasta tristes, tener que ignorarse mutuamente teniéndose de frente, y con tantas cosas por decirse, era asfixiante. Esteban ya estaba acostumbrado a esos desniveles de emociones tan repentinos con ella, pero no quitaba los momentos en donde se sentía un completo tonto, y no paraba de cuestionarse ¿Por qué seguía prefiriéndolo a él? No era ni más amable, ni más lindo, ni atento, ni amoroso... Y para rematar trataba a la chica como la mierda.

Sé prometió a sí mismo no volver a caer a sus pies, como las otras veces quince veces que se lo propuso, e igualmente no lograba estar lejos de ella por más de cuatro días.

Dicen que el insomnio es por falta de sueño, pues el de Esteban era por falta de ella, porque ella era su sueño, y le faltaba a su lado. Así que le fue imposible ignorar esa llamada que entró a su teléfono a las 3AM mientras daba vueltas en la cama pensándola. Sabía bien quien era, y precisamente por eso se levantó de la cama deprisa camino al cuarto de baño para mojarse la cara, y estar más despierto.

-Esperame despierta, ¿sí?

-Esteban, son las tres de la mañana...

-Llego en cinco. -avisa mientras cepilla sus dientes, y le da un arreglo su cabello medio revuelto.

Se viste con algo mejor que la pijama que lleva puesta, y tan pronto está listo, sale de casa. No le interesa conducir su bicicleta kilómetros y kilómetros bajo la lluvia torrencial. Todo el camino solo piensa en ella, y eso hace que el recorrido se vuelva totalmente irrelevante.

Al llegar se detiene en el otro lado de la calle mirando a la casa de Priscilla, la lluvia no lo dejaba ver muy bien, así que cubre sus ojos con su antebrazo, y logra distinguir que en el piso de arriba una cortina se corre, y enseguida las luces de las escaleras se encienden. Empieza acercándose algo nervioso, esto había pasado ya tantas veces antes.. Ella lo llamaba, charlaban sobre cosas superficiales, le contaba que había discutido con su chico, y aunque Esteban era consciente de que debieron haber parado con lo que tenían desde hace mucho tiempo, ahora está frente a su puerta. Esperando por ella. Como siempre.

La puerta se abre, y siente su corazón acelerarse al verla, seguro estaba por ir a dormir, con su pijama, su cabello despeinado, pero aún así siendo tan bonita para los ojos de Esteban, una pena que él estuviera escurriendo de agua por todos lados. Le sonríe a penado cuando la chica le da un vistazo de pies a cabeza, y estira el gorro de su chaqueta para quitárselo.

-¿Puedo pasar? -pregunta con la voz notoriamente agitada.

-Claro. -asiente haciendose a un lado.

Esteban entra algo inseguro, pues a cada paso que daba dejaba un camino de agua. Entonces opta por quitarse la chaqueta, y dejarla en el perchero escurriendo.

-Y.. ¿Te sentís mejor? -Esteban hace la pregunta, girando sobre sus talones, para verla.

Priscilla no responde, solo se acerca a el chico rodeando su cintura y poniendo la cabeza contra su pecho, siente como la recibe entre sus brazos con delicadeza, sin cuestionar nada más. A pesar de estar tan húmedo, el calor que su cuerpo emite siempre, no desaparece, es reconfortante sentirlo, su cuerpo, el latir de su corazón, escuchar su respiración, y sentir como de una forma tan dulce besa su cabello.

No merecía nada de eso, y estaba completamente consciente.

Tenerla entre sus brazos hace que Esteban llegue a la conclusión de siempre. La conocía como la palma de su mano, sabía que para ella... Para ellos, un 'Adiós' no significaba nada, siempre volvía, volvía y rogaba ser atrapada cada vez que sentía caerse, y él no la dejó caer ni una sola vez.

-Dale un respiro a mi consciencia, Esteban. -pide hablando contra el hombro del chico.

-Yo me hago cargo de la culpa de ambos, despreocupate. -responde subiendo una mano para acariciar su cabello.

-Me refiero a eso precisamente, deja de ser tan.. No lo sé, tan tú. -aclara.

-Ja, ¿Y cómo es eso? -suelta una risita retrocediendo un poco para verla a la cara.

-Deja, no sé, de querer tanto esto...

-Na, no soy capaz de hacerlo. -niega alzando los hombros-. Sabés que tengo amor y ganas suficientes por si algún día no podés más con nosotros... o conmigo.

Priscilla siente un nudo en su garganta que incluso duele. Verlo ahí, recibiéndola en un abrazo después de haberle mentido con la promesa de que su relación había acabado, entendiendo por milésima que no le era nada fácil como solo 'terminar', y diciendo cosas como esas. Le partían el corazón, no era más que una egoísta, y no merecía ni que le dirigiera la palabra.

Sin embargo Esteban ahí estaba, siguiendo lo que su corazón siente, y en un intento más de que esta vez fuera él el que eligiera.

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lloro

ONE SHOTS | LSDLNWhere stories live. Discover now