fireflies in july 🍃

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Cuando Junkyu no podía conciliar el sueño solía bajar a su jardín, en las noches cálidas del verano.

Aquella noche en particular su insomnio no le permitió dormir por más que lo intentara, así que dejó la cama al lado de su esposo con cuidado para no despertarlo y bajó las escaleras sin hacer ruido, porque Doyoung tenía el sueño tan ligero que dormía con una almohada sobre su cabeza para no ser molestado por los ruidos que pudieran arrebatarle su descanso.

Corrió la puerta de vidrio y se sentó a admirar la luna menguante, con la brisa afable y las estrellas de compañía. Sentía que podía perderse en la imagen de las constelaciones, o en el oscuro césped alumbrado por la pálida luz de luna.

Apareció una luciérnaga, y no se sorprendió cuando más se unieron a esa solitaria criatura.

— Que bonitas... — exclamó en voz alta con su suave voz.

— De verdad que lo son.

Se sobresaltó un poco cuando escuchó a Yoshinori detrás de él. El otro hombre se sentó a su lado, incluso vestido con pijamas se veía hermoso.

— ¿Otra vez no puedes dormir? — preguntó, retirando unos mechones oscuros de la frente del menor.

Junkyu suspiró y negó con la cabeza. Yoshinori bajó la mirada con preocupación; quería que su esposo descansara sin problemas, pero últimamente sus episodios de insomnia eran más frecuentes.

— Lo bueno de no poder dormir es que no me pierdo cosas como esta — Junkyu señaló a las luciérnagas que parpadeaban en luces interminentes, encendidas en la noche como pequeños faroles.

— Supongo que ese es el lado bueno — Yoshinori observó a las noctilucas volando en su jardín.

— Intento ser como tú en ese aspecto. Jamás te has quejado de nada malo porque siempre encuentras lo positivo a todo.

Yoshi se encogió de hombros.

— Es algo que no puedo evitar.

— No lo hagas, es maravillosa esa forma de pensar.

Se sonrieron mutuamente. Los años les habían regalado tantos momentos difíciles que aprendieron a pintar soles en las nubes grises.

— A Doyoung le encantaría ver esto. No por nada su gato se llama Hotaru. (N/A: "Hotaru" en japonés significa luciérnaga).

— Concuerdo contigo, le fascinaría ver esto.

— No está bien hablar de las personas a sus espaldas...

Una voz aguda de niño, pero ronca y balbuceante, se unió a ellos.

Su hijo, descalzo en sus pijamas largas, caminó hacia ellos, frotándose los ojos con una mano. Tenía el cabello castaño apuntando en todas las direcciones y un puchero en los labios.

— ¿Qué haces despierto a esta hora, mi amor? — Junkyu preguntó preocupado, estirando un brazo hacia él para que se acercara.

— Papi Yoshinori me despertó con sus ruidosas pisadas.

El mayor de todos los presentes se rascó el cuello apenado, mientras su esposo le dirigía una mirada acusadora.

— Discúlpame, Dobby.

El niño se acercó a ellos y mientras su vista se ajustaba a la poca luz que había en el patio, los adultos le hicieron un lugar en medio de ellos para que se sentara a acompañarlos.

— ¿Ya viste lo que hay ahí? — Yoshinori señaló hacia adelante.

— ¿Qué cosa? — Doyoung abrió los ojos por completo y se dio cuenta de las muchas luciérnagas decorando su jardín.

— ¡Woah! ¡Qué preciosas! — El niño saltó de donde estaban sus padres y corrió hacia los insectos luminosos, pies descalzos en la hierba fresca — ¡Hotaru debería de verlas! Pero es un gato flojo — Doyoung comenzó a dar vueltas y bailar en medio de todas las luciérnagas que había.

Yoshinori acercó a Junkyu hacia sí mismo, para que el menor se recargara en su pecho.

— ¿Ves? El lado bueno. Si estuviera durmiendo, me habría perdido a mi bello hijo siendo él mismo, y a mi adorable esposo sosteniéndome a su lado. Debo agradecerle a Dios por estos pequeños momentos que me regala con mi familia, porque son los que valen más.

Yoshinori le concedió un beso en la frente.

Junkyu tenía razón. Ni los sueños eran más hermosos y magníficos que esa realidad.

All the little things | yoshikyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora