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Para Gloria ese sábado era el mejor día de su vida. Se había besado con su jefe, salió con su madre a hacer unas compras y ella le compró ropa nueva para que saliera la próxima semana con Enrique. Pese a las cosas malas que había dicho de él, le explicó a su madre que estuvo equivocada sobre el comportamiento malicioso de él, solo era un hijo de papá que lo había perdido y que estaba desorientado sin saber hacia dónde ir.

No le dijo a su mamá para qué usaría la ropa nueva, se lo diría la próxima semana para que lo dejara salir con su jefe. Sabía que sería una hazaña poder lograr eso, aunque haría lo posible por conseguirlo.

-Hola, María -saludó Gloria por el teléfono. Ella se acostó en la cama para poder llamar a su amiga.

-¿Qué haces, Gloria? -respondió María.

-¡Tengo algo que contarte!

-¿No podías hacerlo por mensaje?

-No, porque me duelen los dedos. ¿Recuerdas a mi jefe?

-¿Al viejo?

-No, a su hijo.

-Ah, sí. ¿Qué pasa con el haragán?

-Resulta que el haragán quiere salir conmigo en una cita... ¡Una cita! ¡Te lo juro, Enrique es guapísimo y besa...! ¡No tienes idea?

-¡Cómo! ¿Dijiste que besa?

-¡Sí, oíste bien! Hoy nos besamos en la oficina.

-O sea, ¿tienes un lío con él en la oficina? ¡No mientas!

-No sé qué tenemos, pero empezó hoy y no sé qué hacer, ni cómo decirle a mis padres que saldré con él la próxima semana.

-Te cuestionaría si fuera uno de tus papás, porque, ¿quién sale en una cita romántica con el energúmeno haragán que tiene de jefe?

-Ya no es un haragán. Trabaja mucho para cuidar su patrimonio, ya se dio cuenta que las monedas no se dan en los árboles.

Las dos chicas comenzaron a carcajearse.

-Fue un duro revés para el niño mimado. Espero que me cuentes mucho más de esto. ¿Y qué harás si quiere llevarte más allá?

-¿Cómo es eso de más allá?

-A un cuarto de hotel o a su departamento. Para hacer chanchadas.

-¡No digas eso!

-Pero eso hacen los que se lían en la oficina. Jefe y secretaria. Un clásico de la literatura erótica. ¿No has leído los clichés?

-No tengo mucho tiempo para leer nada de eso y tampoco sé cuáles son los clichés.

-Tú y tu jefe son un cliché. Es la típica relación de oficina, jefe y secretaria. Tendrán sexo desenfrenado y después jamás podrán olvidarse, se casarán, tendrán hijos, pero antes vivirán situaciones tormentosas. ¡Fin!

-Te has hecho una película al estilo Hollywood.

-De bajo presupuesto...

-Ni siquiera somos novios.

-¿Cuánto apostamos? ¿200 dólares?

-¿Qué quieres? ¿Dejarme sin mi salario?

-Como si fuera que te hace falta. Tus padres te dejarán una buena herencia.

-¡Oye!

-¿No te animas a apostar?

-Estoy segura de que no me obligarás a romper mi hucha.

Las dos siguieron conversando hasta que el móvil les terminó haciendo arder las orejas.

A Gloría le resultaba difícil dejar de pensar en ese día maravilloso que pasó en la oficina, aunque también debería a comenzar a considerar cómo vería a su jefe el lunes cuando fuera de vuelta al curro. ¡Ay, no! ¡Qué vergüenza!

Durante su fin de semana en que intentó ayudar con la limpieza de la casa, no pudo dejar de sentirse emocionada, para ella la oficina tendría un ambiente distinto con su jefe.

***

Después de trabajar durante un par de horas en la oficina ese sábado, Enrique regresó a su casa para poder descansar y concentrarse en otras cosas distintas a la empresa que lo tenía muy agobiado.

Lo único que le daba consuelo era Gloria. Ella hasta resultaba ser alguien que le daba paz y tranquilidad, ya que sabía cada paso que había dado su fallecido padre y eso le ayudaba a conseguir estrategias para seguir el camino de salvamento. Gloria no solo era bonita e inteligente, era joven y bella, muy tentadora. No estaba acostumbrado a mantener relaciones con mujeres más jóvenes que él, al menos no tan jóvenes, sabía que ella aún no llegaba a los veinte años, pero le gustaba mucho.

Su móvil particular no lo había visto en casi todo el día, se le había olvidado por completo. Cuando no estaba trabajando, pensaba en descansar o en distraerse. Era probable que tuviera algún mensaje en el que lo invitaran a alguna discoteca o a cenar entre amigos. Muchas de sus amistades no se ocupaban de las empresas o negocios familiares, de hecho, él había sido de esa clase antes de que todo el peso de la estructura cayera en sus hombros. Debía evitar la caída de esa empresa del holding o sería algo dramático para el resto del grupo. Estaba enfocado en eso y también en impedir que los otros hijos no reconocidos de su padre se alejaran, ya que sobrevolaban su herencia como buitres.

Cuando revisó su móvil, en efecto tenía una invitación para ir a una salida en grupo.

Durante esa noche quizá bebió como nunca. Menos mal que él no conducía o tal vez estaría muerto, ya que no podía mantenerse en pie. El chófer de su madre lo había ido a buscar, puesto que le dejó instrucciones para que lo hiciera.

El domingo había pasado el día durmiendo y solo se despertó prácticamente para ir al trabajo el lunes.

Bostezando y con el ánimo en el piso, salió de su casa sin ver a su mamá, pues ella al parecer ya había salido. Enrique estaba tan dormido que no se dio cuenta que estaba atrasado al menos dos horas.

Condujo hasta la oficina y estacionó su vehículo con prisa.

Gloria había llegado como siempre muy temprano a la oficina, pero su jefe no había llegado, eso significaba que Enrique estaba más crudo que un pan fuera del horno. Siempre que estaba de esa manera, tardaba mucho en ir.

Al mirar hacia el ascensor, se dio cuenta de que él estaba saliendo de ahí. Caminaba a largas zancadas con su maletín en la mano.

-Enrique... -Lo llamó Gloria al ver que él la ignoraría.

-Gloria... -respondió con rapidez.

-Te llevo un café.

-Que sea uno muy fuerte.

Buenas tardes! Aquí aprovechando mi pausa del histórico.

Mi inocente secretaria Where stories live. Discover now