Prólogo

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Era una mañana tranquila de sábado en los terrenos de Hogwarts. Todos los estudiantes de la institución junto a los profesores se encontraban desayunando en el Gran Comedor.

En la mesa amarilla, perteneciente a la casa Hufflepuff, sus estudiantes se encontraban hablando con tranquilidad sobre lo que ocurrió alrededor de la semana.

En la mesa azul y cobre, los estudiantes hablaban sobre las clases que dieron durante la semana o solo leyendo algún libro.

La mesa roja y dorada era la más escandalosa, muchos comentaban sobre los acontecimientos ocurridos hace poco, algunos se divertían con sus amigos y otros solo planeaban su próxima broma.

Y, por último, pero no menos importante, la mesa verde y plateada, era la más silenciosa. Sus alumnos solo se dedicaban a desayunar tranquilamente, pero entre ellos mismos notaban la tensión que había entre los habitantes de la casa.

Cuando solo faltaban minutos para acabarse el desayuno cuando las grandes puertas del comedor se abrieron de golpe. Todos los presentes miraron inmediatamente en esa dirección, encontrándose con que por ahí entraban algunos funcionarios del Ministerio de Magia como: el Ministro: Cornelius Fudge; la jefa del departamento de aurores: Amelia Bones, junto a tres aurores más; el ex Auror: Alastror “Ojoloco” Moody.

Por otro lado, estaban los miembros pertenecientes a la Orden del Fénix: Remus Lupin entró junto Sirius Black, quien estaba en su forma animaga. También llegaron los miembros de la familia Weasley: Charlie, Bill, Molly y Arthur. También estaba el Auror Kingsley.

Además, también se encontraba la abuela de Neville, Lady Augusta Longbottom; Vanessa Zabini, madre de Blaise Zabini; Lord Lucius Malfoy y su esposa Lady Narcisa Malfoy y, por último, Lord Anthony Campbell.

Junto a todos ellos, entraron más personas, que ninguno de los presentes reconocía… bueno, más o menos.

– Buenos días a todos. – saludó el director a los recién llegados – ¿Puedo saber a qué se debe su visita? – interroga mirándoles confundido.

– ¿De qué hablas, Dumbledore?  – cuestiona el Ministro – Todos hemos recibido una carta tuya diciendo que viniéramos a Hogwarts. – responde haciendo que el director frunciera el ceño.

– Deberás disculparme, Cornelius, pero no he enviado ninguna carta. – le confiesa.

– ¿Entonces quien la envió? – preguntó Lucius con una voz fría.

– Yo responderé a su pregunta, señor Malfoy. – se escuchó una voz, que nadie pudo identificar de donde venía.

De pronto un remolino de luz se hizo presente en el Gran Comedor, alarmando a los presentes. Una vez que el torbellino se disolvió, se dejó ver a una mujer pelinegra, de ojos morados, que vestía con un vestido estilo griego.

– ¿Madre? – interrogaron tres alumnos de la casa verde y plata viendo a la mujer un poco confundidos por su presencia.

– Mis niños. – respondió la mujer dedicándoles una sonrisa cálida, que fue respondida de la misma forma.

– Es un gusto verte, madre. – dijo uno de los chicos, quien junto a los otros dos hicieron una pequeña reverencia.

– Lo mismo digo, pequeño Theo. – contesta.

– ¿Quién es usted y como pudo atravesar las protecciones del colegio? – exigió saber Albus

– ¿Y quién te crees tú para exigirme algo a mí? – dijo la mujer con una voz fría – Yo puedo hacer lo que se me dé la gana en mi mundo, para algo lo cree.

– ¿Su mundo? – dijo confundida la subdirectora del colegio.

– Minerva, ella es Hécate – explica el profesor de Encantamientos – Mejor conocida como Lady Magic.

La hija perdida de Klaus Mikaelson (Watching the movie HPxTOxTVD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora