capítulo 3 - Poco tiempo

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DELICIOSO
Aventurero de su jardín prohibido, bebedor de lo más recóndito, profanador de sus rosas marchitas, loco consumidor de su veneno. ¡Todo! Gritas con una fuerza enloquecida, definitivamente todo te atrae de ellos.

Un grupo de hermosos vampiros no dejaban de divertirse por la ciudad. Saltaban de un edificio al otro como si tuvieran alas a pesar que solo poseían un par de colmillos.

—¡Eres un lento, Muriel! —provocó Melisa a su amigo empujándolo.

Pero él se incorporó rápidamente de su tambaleo y la atrapó con facilidad.

—¿Se puede saber qué te ocurre? ¡Casi me matas!

—Necesito descargar mucha frustración esta noche.

—¿Lo dices por ese asunto con nombre masculino?

—Sí, y ni se te ocurra nombrarlo.

—Creo que podrías correr hasta el fin del mundo y tu padre querría seguir casándote con él.

—Es cabezota —se justificó Melisa.

—Cómo tú.

—Entonces veremos quién gana.

En ese momento llegaron Catrina y Anaïs que se habían quedado atrás.

—¡Jesús! Creía que no ibais a deteneros nunca.

—Ojalá pudiera —le contestó Melisa.

—Ahora que vas a casarte —le dijo Anaïs—. ¿Nos dejarás de lado?

—¡Deja ya de recordármelo! —le recriminó a su prima—. No voy a casarme con nadie.

—No sé dónde está el problema. Dice Cat que es guapo.

—¿En serio le has dicho eso? —le preguntó molesta—. ¡Es insoportable!

—Insoportablemente guapo, diría yo.

Pero antes que ella pudiera contestarle que antes de casarse con Leandro estaba dispuesta a escaparse de casa si hacía falta, se escuchó el silbido de alerta de su amigo Muriel.

—Se acercan problemas —les informó—. Y no son Argentum.

—¡Imposible! —exclamó Anaïs. Porque hacía años que ningún vampiro sin previo consentimiento de Goliat pisaba la ciudad de los Argentum.

—Nos están buscando —les dijo Muriel observando un par de edificios.

—Deberíamos ir a ver a tu padre cuanto antes —le susurró Catrina a Melisa. Pero ésta no le hizo caso y saltó al edificio de enfrente. porque como hija primogénita de los Argentum, no iba a esconderse.

—¿Quiénes sois? —les preguntó a tres sombras encapuchadas.

—¡No queremos problemas! —les gritó el más bajito—. Solo queremos divertirnos.

—¿Divertiros? —les preguntó Muriel acercándose a ellos—. Esta es zona de los Argentum. No está permitida vuestra entrada.

—¿No lo está? —le preguntó el más alto de los tres acercándose a ellos.

—¡Quieto! —le gritó Melisa—. Un paso más y estáis muertos.

—Tranquila —le contestó el vampiro saliendo de las sombras—. Creo que pronto seremos familia.

A pesar que Muriel no comprendió las palabras de ese extraño, Melisa y Catrina sí lo hicieron.

—¡Esto ya es el colmo! —estalló Melisa apartándose.

Colmillos del pasadoWhere stories live. Discover now