Carta de una Amiga Desesperada

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11 de diciembre de 2023,

La Paloma, Departamento de Rocha, Uruguay

Hola, Sabina, ¡cuanto tiempo!.

Estoy segura que llegaste a pensar que la respuesta a tu carta nunca llegaría. Con tan solo pensar esa posibilidad, los malos sentimientos me invaden. Te traté peor que a la basura. Hoy en día intentamos tomar consciencia sobre el reciclaje, pero yo no tuve ninguna consideración contigo o tus sentimientos. No te clasifiqué, sólo te descarté. Siento mucho hacerte daño. Entiendo si no quieres responder y volvernos a comunicar.

Ya se acercan las fiestas y me han traído mucha reflexión. Vamos a decir la verdad, para mi fue un año de mierda, ¿y para tí?. En momentos como este me amarro bien fuerte al recuerdo de nuestra amistad. ¿Recuerdas cuando vimos "Up" juntas?. Abrazadas, una noche silenciosa del mismo verano que nos conocimos, comiendo pizza y tomando cerveza, mientras tu perro me acosaba...Por cierto, ¿cómo está Ñoqui?.

Te puedo asegurar que resguardo en mis memorias con mucha saudade cuando vivimos juntas en La Paloma. Ya sé, ya sé, no vivimos juntas, juntas, pero nos pasamos pegadas. No estábamos en la misma casa, pero compartimos la luz del día y las sombras de la noche.

Éramos hermanas siamesas, si vos ibas a la "Balconada", iba detrás tuyo, si yo iba a la Solari, tú ibas detrás mío. El verano de 2019 fue muy especial, amiga mía. Sos la única persona buena que me dió el tiempo, porque él, y tú lo sabes bien, fue vencido en la carrera.

No puedo sacar de mi piel la emoción de cuando me llegó tu primera carta, desde Montevideo. Me aferré bien fuerte a ella, le dí un abrazo como si te lo diera a tí y luego la leí. Mi madre me vió llorando y me preguntó la razón, le dije entre lágrimas, "no te preocupes mamá, lloro por amor".

Siento pena por las personas que dejaron las cartas atrás, cómo si las redes sociales pudieran reemplazarlas. La inmediatez quema, mientras que las cartas se hacen amar, son amadas. Cada línea, es sudada, pensada. Sé que nunca prescindimos de las redes sociales para las urgencias, pero lo nuestro, lo nuestro, nuestro, eran las cartas. No tengo palabras para decirte la falta que me haces y debo justificarme, para que sientas que tus lágrimas no fueron en vano. Si te preguntas cómo lo sé, te diré que estamos conectadas. Las llevó el ciclo del agua hasta mí, desde la lejana Montevideo. Cuando aquí llovía y yo salía del infierno de mi casa al balconcito, que no era otra cosa que un purgatorio, aprovechaba a abrir la boca y dejar que el agua tocara mi lengua. Así me di cuenta que llorabas por mi, porque el agua tenía el dulce sabor de tus lágrimas.

Resulta que el verano que no viniste. Aquel verano que pasaste muy enferma, por culpa del bicho y yo te fui a visitar, al CTI. Mientras dormías tu largo letargo, te dí un besito en la frente. Sin tí, pasé sola, deambulando por las calles frías de La Paloma, sin tí, las personas parecían moverse tristes, esperando tu recuperación, pero sé que ellas no te conocían, sólo yo. Anhelaba con todo mi corazón verte de nuevo, estar contigo en la playa, jugando como siempre jugamos en la mar, tirándonos agua, como si tuviéramos todavía 7 años. Deambulando, me encontré unas viejas amigas y una cosa llevó a la otra y terminamos en una fiesta. Odio la música de las discotecas, tú lo sabes, por eso no salíamos a bailar juntas, pero me dejé llevar por la ola y me arrastró. En medio de la pista, mientras bailaba con mi grupo, vino un amigo de ellas. ¡Tenía unos ojos!. Cuando nuestras miradas se cruzaron, mi corazón se dejó robar sin resistencia. Él era futbolista. En la primera cita me llevó a comer a un restaurante con una hermosa vista al mar. ¡Fue la primera vez que ví orcas!, mientras él me hablaba de su vida y yo llevaba un trozo de carne a mi boca, las ví sumergiéndose, ¡en verano!, ¿no es increíble? .

No sé qué decirte amiga, todo parecía ideal. Él era bastante más grande y empezó a ocupar el vacío que tú dejaste. Un día fueron dos, una semana tres y un mes, el año entero. Me alejé de mi familia porque él decía que era mala influencia. Estaban en contra de nuestra relación por la diferencia de edad. Y así empecé, primero fue mi hermano, luego mis amigos, mis amigas, vos incluída, mi padre, mi madre...Terminé sola, sometida a los deseos del rey de los abismos.

Estoy muy arrepentida. No respondí a tu carta. Tampoco a tus mensajes, llamadas o cuando viniste a casa, desde tan lejos, porque él no me dejaba. Sí, fuí una tonta. Se aprovechó que tú, mi espíritu guardián, estaba enfermo y me tomó para no dejarme ir. Te extrañé mucho. Durante todo el año estuve pensando en tí, escuchando a Taylor Swift que tanto te gusta. Él no tenía sensibilidad musical. Cuando llegaba de trabajar tenía que bajar el volúmen mientras él miraba el informativo sin el mismo pudor. Él me decía que tú eras una drogadicta, una puta, una persona de mala vida y que me olvidara de ti. Yo le decía que no, que la lluvía me decía...Ese tipo de argumentos lo disgustaba mucho. Me trató con vehemencia y nunca me dió la razón en nada, él siempre era el crá, Jesús resucitado, el profeta y debía rendirle cuentas, por el simple hecho de que él trabajaba mientras yo, era una "orgullosa" ama de casa.

Tú, más que nadie, sabes que no soy creyente. Pero agradezco a Dios que no tuvimos hijos. Lo intentamos muchas veces. Cada ocasión perdida, era mi culpa, aunque el doctor dijera que él tenía bajos niveles de espermatozoides, eso no importaba, yo era la culpable porque no era "lo suficientemente mujer".

Por cada puteada que él me hacía, al día siguiente lo resolvía con una dosis exagerada de abrazos y besos. Como si curarán mis traumas, o me recuperarán a mis amigas, a mi familia. Decía que iba a cambiar y precisaba de mi ayuda para hacerlo. Por demasiados meses le creí, pero llegó el momento que la esperanza en nuestra relación fue asesinada.

Fuí muy boba, por favor, perdóname. Si supieras cómo me puse el día que viniste al porche de mi casa y al otro lado de la puerta escuché tu voz. Grité, pataleé como niña, para que me dejara verte y él me dió una cachetada furiosa. Cómo nos gustaba decir...Fue la gota que desbordó mate y acabó con la montañita. Ese fue el principio del fin.

Esperé a que la bestia se durmiera, para irme y hacer la denuncia. Sí, escribo esto desde la casa de mis padres porque él se atrincheró en mi casa y amenaza con volarse la cabeza, cercado por la policía que fue a detenerlo.

Otra vez, amiga mía, perdóname por haber sido tan tonta y regalarme de esa forma. Tú siempre me decías que tuviera cuidado, tú me cuidabas, porque sabías que mi personalidad no es como la tuya, capaz de demoler lo que sea, casas, hoteles, muros, malos y malas. La sensatez que te distingue tampoco es de mi propiedad. Me gustaría que me donaras un poquito de tu sentido común, así como yo te doné sangre.

Espero ansiosa por tu respuesta, te extraño mucho.

Abrazos,

Paulina. 

Cuentos RecopiladosWhere stories live. Discover now