Prólogo

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Max sentía que si no llegaba a su casa en ese momento, estaría dispuesto a llorar a mitad de la calle sin importar qué

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Max sentía que si no llegaba a su casa en ese momento, estaría dispuesto a llorar a mitad de la calle sin importar qué. Había sido el día más pesado de su vida, entre las disputas con su jefe porque no aceptaba darle permiso por su paternidad, excusándose de que él no dio a luz a su bebé y que necesitaba sustentar; la carga de trabajo que le había sobrepuesto ante sus exigencias; y sin contar las constantes de sus padres en espera a que se dignara a presentar a su familia.

Solo quería llegar a su hogar, ver a su pareja y que le esperara con los brazos abiertos, junto con su pequeña bebé de apenas una semana. Haber salido del hospital se sentía bien, por fin estar en casa y aunque no hubieran podido tener grandes noches de sueño porque la bebé decidía despertarse, aún así disfrutaba sentirse en su zona de confort.

–¡Amor, ya llegué!– Alzó la voz tan pronto como abrió la puerte, dejando su maletín sobre la entrada junto a su saco, prestando atención a cualquier ruido.

A diferencia de otras ocasiones, nadie vino a su llamado. Se extrañó por ello, trató de escuchar algún tipo de sonido que le indicara que estaban yendo hacía él, pero solo el lloriqueo de su hija fue quien lo recibió. Subió el tramo de escaleras pensando que estaba tomando una siesta y por ello no salía, pero conforme fue subiendo y vió la puerta de la habitación abierta, algo le indicó que se alertara.

–Amor, ya estoy en casa.— Volvió a hablar, pasando de largo hasta la habitacióm de su hija. La encontró en su cuna, llorando de una manera desconsolada y roja de su rostro por esto mismo, preocupándose al verla de tal color.
La levantó entre sus brazos y la meció, tratando de consolarla mientras salían de su habitación con un gesto preocupado.— Ven, Lily. Ya estás con papá, no tienes porqué seguir llorando, estás a salvo conmigo.

Sin duda alguna amaba a su hija desde el primer momento que supo que sería padre. Si bien en sus planes no estaba el ser padre tan pronto como conoció a su pareja, no se negó a iniciar su propia familia siendo algo apresurado. Se habrían saltado un par de pasos, él era una persona tradicional y aunque fue descuidado, se sentía afortunado de tener a dos personas para llamarlas familia.

Entraron a la habitación, inspeccionando el lugar y viendo que no había rastro suyo por ningún lado. Con un mal presentimiento subiendo por su garganta, antes de que notara las puertas mal cerradas del armario y la falta de ropa en ella, pudo observar un sobre color amarillo que reposaba sobre su mesita de noche, precipitándose a verlo.

Se sentó en la cama, maniobrando con un brazo la bebé y con una mano desplegar la carta, leyendo lo que sería la peor noticia que hubiera recibido en su vida.

"Maxie, debo disculparme.

Eres un buen hombre, y es por eso que sé que nuestra bebé está en buenas manos contigo. Sé que mereces una explicación cara a cara, pero si me quedara por más tiempo eso sería imposible, por lo que solo me limito a escribirte esta carta para decirte que no puedo seguir tu ritmo de vida, necesito seguir experimentando la mía y si me quedo a tu lado no será posible esto.

𝘚𝘢𝘷𝘦 𝘮𝘺 𝘭𝘪𝘧𝘦 | ChestappenWhere stories live. Discover now