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Incluso cuando ya había despertado de una larga noche de sueño, Joshua se seguía sintiendo cansado

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Incluso cuando ya había despertado de una larga noche de sueño, Joshua se seguía sintiendo cansado. Las piernas le dolían como si hubiese corrido un maratón y sentía que en cualquier momento la espalda se le iba a partir por la mitad.

—Malditas ventanas —murmuró.

A su derecha, el despertador en forma de búho (otro regalo de Gabriel), comenzó a cantar la misma canción que aseguraba que iba a ser el mejor día de sus vidas. Pero Joshua llevaba escuchándola por más de un mes y nunca se volvió real.

Tenía trece años, por todos los dioses, no estaba en la edad de sufrir por eso. Pero limpiar casi una cuadra completa cada noche desde hace más de ocho días no era lo mejor. Y las ventanas, las benditas ventanas. Es como si las cosas quisieran matarlo. Joshua estaba seguro de que lo habían intentado. Cada noche era una batalla sin fin contra las ventanas que casi tocaban el techo. Las alturas le daban miedo (en escaleras), y no podía subir sin sentir que iba a vomitar y a caer. Hasta ese momento, Joshua no pudo ganar ni una noche, por lo que estas seguían como el primer día que lo castigaron. Sólo esperaba que su profesora no se diera cuenta.

Se vistió y lavó los dientes mientras arrastraba los pies. Mientras secaba su boca con una toalla, se fijó en el papel arrojado debajo de su puerta. Lo recogió y lo abrió con rapidez.

«La clase de hoy es en el centro Sur del piso catorce».

Si Joshua no estaba mal, el piso donde estaba su habitación era la diecisiete. Iba a tener que bajar tres pisos. Reprimió un indigno ruido de su boca y se apresuró a ir a donde se le indicaba.

Aún no entendía qué quería su padre de esa situación. ¿Por qué dejó que los superhéroes se lo llevaran? ¿Cuándo iban a rescatarlo? ¿Cuánto más iban a tardar? Porque lo iban a llevar de vuelta a casa, ¿verdad? Él no podía quedarse ahí. ¿Quién iba a visitar a su nana sino él? Ya debía extrañarlo.

Su corazón se encogió ante la idea de su nana estando sola y sin que alguien la acompañara. ¿Y su madre? ¿Estaría furiosa con su padre por haberlo dejado ahí? ¿Ya tendría un plan de rescate?

Había creído que iba a volver a casa antes de pasar un mes en IMPERIO, o incluso una semana, pero comenzaban a tardarse.

Llegó al cuarto a donde se dirigían sus pocos compañeros, y una vez que estuvo ahí, no pudo evitar quedarse parado en la puerta.

—¿Qué es esto? —murmuró al ver la sala vacía. No había nada más que cuatro personas ahí, dos alumnos junto a su profesora y un hombre que no conocía.

—Adelante, chicos. Ya vamos a iniciar —avisó Patricia tras murmurarle algo al hombre de cabello rojizo... ¿Naranja? No sabía.

Joshua fue detrás de una chica de vestuario rosa y se acomodó a su lado.

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⏰ Last updated: Feb 05 ⏰

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La Noche de las Mil EstrellasWhere stories live. Discover now