9. Espías

48 9 2
                                    

—Es completamente absurdo lo que está diciendo.

¿Este hombre era idiota o qué?

Ya no me importaba mantener la paciencia o la tranquilidad. Eso se había esfumado cuando escuché sus palabras. Ni siquiera me di cuenta de que me levanté del sofá.

—Si no tiene nada coherente que decir, váyase de mi casa.

Seguramente me ví ridícula diciendo aquello, pero no me importó mucho. Me sentí con la libertad de decirlo. En realidad, esas eran las únicas palabras que había querido decirle.

El detective se levantó y percibí sus intenciones de intimidarme con su altura inminente.

Tragué saliva y me dispuse a cruzar los brazos. En todo el momento que me miró, me esforcé en sostenerle la mirada, aunque no sirvió de mucho; él debió notar muy bien lo nerviosa que estaba.

—Tu comportamiento sólo confirma mis sospechas...

Un poco más y me quedaba sin respirar. Me iba a dar un colapso si no se iba ya.

Dió unos pasos y se detuvo cerca de mi.

—Pero no creas que esto se acaba aquí. Ten por seguro que seguiré averiguando hasta dar con la verdad.

Quise responderle tantas cosas, pero difícilmente me contuve. Iba a resultar peor si alargaba más la conversación.

—Váyase ahora —hice énfasis en la última palabra.

Me dedicó una mirada que no supe interpretar, pero seguro significaba algo como: "ya nos veremos después".

Aborrecía la idea de verlo por segunda vez. Apenas lo había conocido y ya empezaba a detestarlo.

Mis piernas comenzaban a flaquear por los nervios. La situación parecía muy insoportable y exasperante.

No lo perdí de vista hasta que salió de la sala. Cuando confirmé que se fue, solté todo el aire que estaba reteniendo.

¿Pero qué mierda era esto? Ahora estaba en la mira de un jodido policía que probablemente seguiría atosigándome por mucho tiempo. ¿No era suficiente con lo que había pasado?

—¿Todo bien? —escuché la voz de mi tía. De inmediato me pregunté si habrá escuchado algo.

Recuperé la postura y fingí estar normal, como si un detective no me hubiera dicho que soy la principal sospechosa del asesinato de mi hermana.

Esto era tan ridículo. Ni siquiera sonaba creíble.

—Si.

—Vi que el detective se fue muy pronto, parecía enojado.

Pensándolo bien, ella no actuaba como si sospechara de mi. Todo debía ser producto de mi mente.

Por mi bien, esperaba que sólo fuera eso.

—Es que no tenía mucho que decirle. Todo se lo contaron mis padres y por eso se fue rápido —le mentí—. Voy a estar en mi habitación.

Me fui de la sala, no quería que siguiera preguntándome más cosas sobre el mal momento que pasé con el hombre ese.

Quizá ya era hora de regresar al instituto. Estaba segura de que las clases y las tareas me distraerían de todos estos problemas.

Me dirigí hacia la ventana para abrir las cortinas. Mi habitación se veía oscura y sólo eran las diez de la mañana. Me quedé viendo hacia afuera, pensando en la nada, hasta que divisé una silueta que se aproximaba por la acera.

Enigma © Where stories live. Discover now