( Día 4 )

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La incomodidad se hacía presente en su cuerpo, mientras sus párpados se levantaban pesadamente. Una punzada de dolor se instalo en toda su cien, lo que lo obligó a volver a cerrar sus ojos adolorido, al tiempo que se sentaba en el lugar aún desconocido para él.

—Agh, ¿Que fue lo que pasó? —preguntó, levantándose de su sitio de forma lenta, debido a una extraña pesadez que lo invadía— Oye, Knuckles, ya dejemos...

Se quejó en cuanto algo lo golpeó en su cabeza, impidiéndole erguirse por completo.

Se cuestionó el porque había un techo sobre su cabeza; se supone que estaba en la playa junto al equidna retandose, como ya era costumbre, en una competencia tonta.

Sacudió su cabeza y enfoco su vista en el lugar que se hallaba, no tardandose nada al ver que estaba en una especie de caja de metal que a penas y cabía.

Rodó los ojos con fastidio y con el poco espacio que tenía golpeó los costados de la prisión.

—Oye, Knux, no seas mal perdedor, ¿quieres? Esto no es gracioso. —expresó con un tono molesto, siguiendo con su acción de golpear las paredes.

Después de un par de minutos sin respuesta, se comenzó a desesperar.

—¡Knuckles! ¡Sácame de aquí! —pidió medio suplicando, medio exigiendo.

Durante cinco minutos, estuvo gritando a su amigo que lo sacará de allí y cada segundo que pasaba su tono cambiaba a uno lleno de miedo. No sabía porqué, pero estar ahí dentro le provocaba escalofríos.

—¡Por favor! —gritó, golpeando con sus dos puños la caja que no se vio afectada en nada. Y pese a sus gritos, nadie pareció oirle, lo que lo aterró mucho más.

Trato de no perder la calma y volvió a sentarse en lo que se suponía era el suelo. Pronto, recordó el comunicador en su muñeca y procedió a llamar a su compañero, con la angustia comenzando a dominarlo.

—Responde, amigo...

Pero para su desfortuna no funcionaba.

Su corazón se exaltó. No, no podía estar...

—Atrapado. —confesó para si mismo, siendo el principio de su sufrimiento admitir que estaba enjaulado.

Sus pupilas dilatadas y su respiración agitada acompañaban el mover continuó de sus pies que se movían ansiosos, presos del pánico.

—¡Amy! ¡Sticks! ¡Tails! —exclamó con todas sus fuerzas.

Trato de hacer su clásico giro torbellino en busca de una solución a su encierro; pero siguió sin dar resultados positivos.

Comenzó a sentirse asfixiado. Y aunque nada lo acechaba físicamente, creía estar en peligro. La oscuridad del sitio tampoco ayudaba en nada y más cuando su mente comenzó a aprovecharse de su vulnerabilidad e hizo el pequeño espacio más oscuro y minúsculo.

Al faltarle el oxígeno, arrancó la pañoleta de su cuello con desesperación y la lanzó a cualquier rincón de por ahí, tampoco siendo de ayuda, puesto que seguía sintiéndose ahogado.

Era igual o incluso peor que su fobia al agua.

Las lágrimas se formaron en sus iris verdes cargadas de terror. Quería gritar, llorar, pero tan absorto en su sufrir, en el hecho de estar privado de su libertad, que simplemente se quedó estático, con sus pulmones haciendo toda la fuerza posible por darle aire.

No supo cuánto tiempo es que había pasado, pero su cabeza ya no estaba soportando estar ahí.

—¡SAQUENME DE AQUÍ, POR FAVOR! —suplicó, con el agua salina desbordando de sus orbes— ¡Por favor, por favor!

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⏰ Última actualización: Jan 26 ⏰

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