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Lo que sucedió en su casa con el cuerpo de Mauricio en el suelo, y Gavar y ella en la cama no ha cambiado la situación. Al menos no totalmente. Él aún está con Seraphina y, Mira... Mira tampoco lo necesita. Por un buen rato, fingen que son simples conocidos

Una tarde, al terminar el club de natación, su celular vibra. Frunce el ceño cuando se trata de un número desconocido; sin embargo, contesta. A lo mejor gana la lotería.

—Señorita Mirabella, habla el detective Hunter.

La voz del otro lado de la línea le causa escalofríos.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarlo?

—Estamos investigando una nueva desaparición.

Frunce el ceño.

—Ah, ¿sí?

—La de su padre.

Un nudo en su garganta aparece como por arte de magia. El silencio es todo lo que emite.

—¿No tiene nada que decir?

—Mauricio suele desaparecer por largos periodos.

—¿Mauricio?

—Quiero decir mi padre...

—¿Cuándo fue la última vez que lo vio?

Mirabella se enzarza en una conversación en donde lo único que puede hacer para no verse culpable es dar respuestas que no quiere dar. Maquilla las mentiras con verdad de tal forma que lo parezcan. Recuerda lo esencial siempre: añade una piza de verdad para que lo falso luzca como tal.

—Gracias, es probable que la visitemos en su domicilio.

—¿Para?

—Solo cerciorarnos.

—Que tenga buena tarde, detective Hunter —se despide antes de colgar.

Corre al sanitario para sufrir de violentas arcadas. Mirabella necesita tranquilizarse, lo sabe, pero no puede resistir los embates que su cuerpo le manda.

—¡Mirabella! —La voz de Gavar llega a sus oídos, y sus manos la elevan, solo para poder sostenerla—. ¿Qué pasa? ¿Qué tienes? —Hace preguntas, aunque no exige las respuestas.

Sus fuertes brazos ayudan a que el temblor remita y su aroma tiene el mismo efecto que la lavanda tendría. Mira devuelve el abrazo, y una vez más se siente completa. Los segundos pasan, y es ella quien pone distancia de por medio. Eso le brinda una mejor imagen de su alrededor, hay una melena dorada que no pinta nada con el azulejo de los servicios.

Los ojos oscuros de Seraphina se debaten entre el dolor y el enfado.

—¿Cuánto tiempo llevas allí? —Gavar gira el cuerpo para darle la cara y en cierto modo proteger a Mira.

En el Corazón de la ÉliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora