𝓲𝓲. 𝐤𝐢𝐧𝐠 𝐨𝐟 𝐜𝐮𝐫𝐬𝐞𝐬

199 32 12
                                    

REY DE LAS MALDICIONES

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

REY DE LAS MALDICIONES

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

Ya había llegado la hora. El momento en que se encontraría con su futuro esposo y no volvería a su antiguo hogar. Una parte de ella se sentía feliz, porque ya no soportaría los malos tratos que recibía en su casa. Y la otra parte estaba triste, porque ya no volvería a ver los jardines de aquel que una vez fue su hogar, hace mucho.

Su rostro estaba serio, no mostraba ninguna emoción. Y no solo por pensar en que no quería casarse con alguien que no conocía, si no también porque no sabía cómo era esa persona físicamente.

¿Qué color de pelo tenía? ¿Sus ojos? ¿Eran azules o marrones? ¿Cuánto media? ¿Era una buena persona siquiera? Esperaba que sí.

Tanto pensar en eso, comenzó a sudar frío. Solo deseaba, que la tratara como es debido. Cómo una persona y no un bicho raro.

—Nariakira...— la llamó su padre.

Ella levantó rápidamente la cabeza y lo miró. Parecía que le iba a contar algo importante. Y le gustaría que eso fuera una disculpa, por todo lo que le hizo pasar durante 17 años.

—Te vendí al diablo.

La muchacha se quedó muda, no salió nada de ella. ¿Cómo que al diablo?

—¿Q-qué quiere decir padre?

—No creás que te vendí solo por dinero y poder. Lo hice para deshacerme de tí, para que murieras a manos de él.— la miró con desprecio.

Nariakira lo observó detenidamente. Abrió sus ojos a más no poder. Pero minutos después del gran silencio, volvió a la normalidad. Al parecer era cierto lo que ya sospechaba.

—Intuyo que ya lo sabías. Pero lo que no entiendo es, el por qué no te escapaste. Que yo sepa no querías casarte con alguien que no conocías.

—Te soy sincera, 'padre'. Prefiero a que me cases con alguien y morir a sus manos, antes que pasar un minuto más de mi desgraciada vida, de la poca que me queda, viéndote la cara. Ya me tienes harta. Todo mi vida me has repudiado, entiendo el porqué. Pero no entiendo por qué no pudiste siquiera darme una oportunidad. De verdad que no. No sé cómo madre pudo aceptar ese matrimonio arreglando ya conociéndote. Por qué si fuera por mí, ya me hubiera cortado las ve-.— no pudo terminar.

Su progenitor le había proporcionado una cachetada en toda la mejilla izquierda.

—Ni te atrevas a terminar esa frase, desgraciada.

—Ni aunque vaya a morir me dejas en paz.

Ya no volvieron a hablar hasta llegar a su parada. Y cuando lo hicieron, la morena se bajó sola y sin decir nada del carruaje familiar.

𝓢𝒌𝒚𝒇𝒂𝒍𝒍, 𝗿𝘆𝗼̄𝗺𝗲𝗻 𝘀𝘂𝗸𝘂𝗻𝗮Onde histórias criam vida. Descubra agora