23 | Diez Pasos Hacía Ti

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No sabía si era para tranquilizar sus nervios o calmarl los de él.

—Si es Adriana, verdaderamente eres una despitada que dejó la llave pegada en la puerta. Eso te pasa por andar buscandole las cinco patas al gato. Espero que la próxima vez no la dejes, o si no te dejo fu...—Alicia dejó de hablar y vió un fantasma del pasado al abrir la puerta, o un deseo anhelado de sus sueños más frustrados.

Deseaba que no la despertaran, y que siguiera esa imágen grabada para siempre en su cabeza.

Ver a Abril, a su Abril frente en la puerta de la casa y con una mirada brillosa al quitarse sus lentes de sol.

—Abril...—susurró Alicia casi sin aire, y la nombrada se lanzó a sus brazos en busca de comfort.

El alivio llegó para ambas al instante y la madre arropó a su hija con sus brazos temblorosos, y puso una mano detrás de su cabeza para acercarla más a si. Alicia Gutiérrez pudo soltar un suspiro de alivio cuando sintió a su niñita desahacerse en sus brazos, consolada y en casa luego de tanto tiempo.

Tres años lejos, tres años de largos momentos de silencio y seís años de huír de la paz de su casa, a un sitio más lejano para dejar de tormentar a sus padres luego de ese día en el 2015.

Te extrañé mucho, mamá—murmuró Abril, con las lágrimas escociendo de sus ojos suavemente mientras las limpiaba con su mano torpemente.

La mujer sonrió en tranquilidad al escuchar esas palabras y la alejó un poco para verla al rostro. Su niña no podía estar más hermosa ahora, se veía distinta y no solo por devolver su color de cabello a castaño oscuro o como sus uñas estaban pintadas de morado lila, no solo era eso.

Era su brillo, era sus ojos que volvían a estar más iluminados que la otra vez, a pesar de la oscuridad que veía en ellos.

Shohei que estaba apartado viendo la escena, notó como su madre llevó la mirada a él y sus ojos se dilataron en impresión, mientras murmuraba algo hacía su hija.

—Yo, mami, mejor entremos a la casa. No quiero problemas después—recomendó la morena con la mejor voz que podía mientras se recomponía de esa bomba emocional que necesitaba.

Abril volteó a ver a Shohei, y el hombre sonrió suavemente al notar sus ojos castaños con un brillo peculiar. La venezolana tomó su muñeca y lo guió detrás de sí.

Los tres entraron a la casa, tras cerrar el hombre la puerta con su brazo y notando el nuevo panoráma que le regalaba el hogar de Abril. Colores cálidos se esparcían a lo largo del sitio, cortinas de un suave azul grisáceo que estaban a los lados de la ventana, muebles marrones café y fotos por todos lados.

Era un museo del color por dónde sea que viera, porque las fotos de la familia Gutiérrez era lo que le daba color a ese hogar de memorías.

Mamá, bueno, ya sabes quién es, pero él es Shohei y bueno—presentó sin mucho que decir la morena, ya que se encontraba avergonzada por la mirada del nombrado y sus mejillas estaban sonrojadas.

Alicia intentó bajar su emoción de conocer a un individuo como Shohei Ohtani que se veía inalcanzable con el uniforme de Los Angels, pero ahora lucía como un simple mortal con un suéter blanco remangado hasta mitad de antebrazos, un par de jeans y unos tenis, que estaba haciendo sonrojar a la dura de su hija del medio con una sola mirada.

El hombre hizo una reverencia leve en muestra de respeto luego de presentarse y Abril quiso derretirse en el piso luego de ese gesto tan noble, a lo que la madre de la venezolana se rió adulada por la situación y asintió como correspondencia a su gesto.

Lost In Traslation || Shohei Ohtani ©Where stories live. Discover now