folletos y biología (crisis existenciales)

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Harry Styles estaba teniendo un inicio de semestre particularmente aburrido. Luego de unas largas vacaciones de invierno, la universidad le recibía de la misma forma en la que siempre lo hacía, con lecturas tediosas, prácticas de laboratorio con viejas batas blancas y los compañeros idiotas de los ciclos pasados.

Soñaba con el día en el que los responsables académicos por fin tendrían la iniciativa de sacarles del campus desolado para comenzar a explorar con naturaleza real y experimentar con la flora del prado más cercano, o al menos se conformaba que no fueran provenientes de una caja de Petri de las cuales ya estaba harto.

Su compañero de cuarto, Niall, era otra historia sin embargo. Todas las mañanas se seguía preguntando con asombro como era que el chico rubio lograba levantarse con energía y buen humor para derrochar por los pasillos y los salones de clase hasta la última hora del día. Era como sí una pequeña hada de la alegría viviera dentro de él. A veces le gustaría ser más como Horan y menos como un Styles.

Porque para el inicio de febrero, apenas se sentía un poco menos desanimado debido a que la primavera estaba a la vuelta de la esquina, y su trasero ya no se iba a congelar con aquel gélido frío de Inglaterra. No lo odiaba, pero tampoco era un amante de ello cuando todos los inviernos los pasaba en casa de su madre y lo más interesante por hacer era dar la vuelta en coche a las 2 pequeñas calles principales del pueblo, o quedarse en casa viendo las mismas películas una y otra vez.

Anne era una mujer encantadora y amorosa, pero desde su último divorcio hubo una especie de cambio en ella, y ahora su compañía favorita había pasado de ser su amado único hijo a tres gatos ancianos. No la culpaba de todos modos, sabía lo mucho que esos pequeños animales hacían por ella y mientras Harry fuera un estudiante foráneo en la capital, estaría agradecido de que la mantuvieran cuerda en el tiempo de su ausencia.

Aún así, de un modo egoísta se sentía aliviado de que no tendría que regresar en varios meses mientras el semestre transcurría.

Eso sí todo marchaba bien...

Esa mañana, intentaba sobrevivir a la aburrida clase de Introducción a la Taxonomía con la profesora Minerva que parecía haber tenido una noche de sueño fatal por como soltaba preguntas directas al alzar por todo el salón y estaba más despeinada de lo usual.

Intentaba no ser un grosero de mierda pero en realidad sus ojos se sentía tan pesados mientras la única fuente de luz era la del proyector en el pizarrón, y su cuaderno de biología se estaba pareciendo más a una almohada cómoda que a un bloque de hojas.

No importaba que sus 8 horas de descanso fueran de corrido, la aburrición no evitaba filtrarse por todo su sistema.

Apenas logró tragarse un profundo bostezo al sentir una nueva presencia uniéndose a su lado en el escritorio compartido. El fuerte olor artificial a colonia y menta de chicles hizo que su nariz se arrugara. Ni eso ni nada pudo borrar la enorme sonrisa del rostro de su amigo rubio con la que se sentó en su silla.

¿Ahora que se traía entre manos?

—¿De qué me perdí? —el beta recién llegado saludó mientras sacaba sus pertenencias de la mochila, que según vio por el rabillo del ojo, ni siquiera eran de la materia que estaban tomando en ese momento.

—De absolutamente nada.

—Genial.

—¿Dónde estabas? —cuestionó su retraso de casi la hora completa.

—Uh, ya sabes, por ahí.

—¿Por ahí?

—Ajam...

—Oh, bueno —se encogió de hombros y retornó su vista hacia las diapositivas con exceso de texto y tonalidades saturadas.

¿En qué momento habían saltado dos temas nuevos? ¿Y en qué momento el reloj había dejado de avanzar al menos una media hora? El tiempo parecía quedarse atascado en esa clase infernal.

definitely maybe (ls)Where stories live. Discover now