20. De extremo a extremo

6.2K 486 76
                                    


—Patatas fritas, nachos con cheddar, mini pretzels...

—Esto es demasiado, Noemi.

—Chocolate amargo, blanco, con leche y confitado...

—Escucha, yo no...

—¡Sh! ¿Prefieres palomitas dulces o saladas? —me preguntó con un paquete en cada mano—. ¿Dulces o salados? —insistió cuando le respondí con un ladeo de cabeza.

—Dulces, dulces —cedí finalmente.

Mi amiga tiró el paquete en mi cama y procedió a volcar el resto del contenido de su bolso. Decenas de bocadillos cayeron sobre mi regazo y otros tantos se desparramaron por el colchón. Varias veces intenté explicarle que no tenía apetito, pero desde que llegó de visita, no me dejó meter bocado; qué ironía.

Lisa entró a la habitación con un rollo de servilletas y una bandeja repleta de snacks saludables. Quedó horrorizada al ver la comida chatarra dispersa a mi alrededor. De inmediato, los quitó de mi alcance y me entregó el platillo que se había esmerado en prepararme.

—Aquí tienes un poco de todo: vegetales, huevos revueltos, pan integral, hummus...

—¿Hummus? —Hice una mueca de disgusto frente a la pasta amarillenta.

—Sí, es crema de garbanzos. Muy rica tanto en sabor como en proteínas. ¡Abre la boca! —Lisa untó un trozo de pan en el dichoso hummus y yo aparté mi rostro antes de que me lo acercara.

—Chicas, de verdad aprecio lo que están haciendo por mí, pero no es necesario. Ya estoy mejor —aseguré con una sonrisa forzada que no convenció ni a la vecina que nos estaba espiando por la ventana. Hubiese cerrado las persianas, de no ser porque mis amigas estuvieron media hora renegando con que las abriera para que entrara la luz del sol; Lisa, alegando que era necesario para absorber vitamina D; Noemi, simplemente porque estar a oscuras le resultaba deprimente.

—Ese es el problema, Caeli. Estás mejor, no bien por completo —remarcó Lisa y agitó el bocadillo que me armó para que lo comiera.

—¿A quién intentas engañar con ese pedazo de vómito de caballo? —le recriminó Noemi y, en su lugar, me ofreció una patata—. Vamos, Caeli, vuélvete loca y disfruta del sabor pecaminoso de la fritura.

—¡No tengo hambre! —rezongué.

—¡Te estás comportando como una niña! ¡Come algo ya! —demandó Lisa.

—¡No!

—Jovencita, si no le haces caso a tu madre... —intervino Noemi, pero se detuvo a la mitad de la frase—. ¡Woow! ¿De dónde salió eso? Jamás creí que iba a confundir a Lisa con mi madre.

—A mí me sorprende más que hayas querido defender a tu madre —se extrañó la pelirroja. Luego, volvió a mí—. Caeli, llevas semanas sin comer apropiadamente. Tu hermana nos llamó muy alarmada por tu salud y no vamos a salir de aquí sin mostrarle un panorama más alentador.

—¿"Alentador"? ¿Quieres que me ponga el traje de porrista y empiece a agitar un par de pompones?

—¡Sabes a qué me refiero!

—¡Honestamente, no! Créanme, estoy bien. Poco a poco, voy recuperando mi vida. Volvimos a abrir la pastelería con Dexter, encontré un lugar bonito en el parque para hacer ejercicio al aire libre, incluso miren. —Me senté frente al ordenador y les enseñé la partida del videojuego que tenía activada—. Compré la nueva edición de los Sims y creé una familia muy bonita. Ya van por la séptima generación —conté, orgullosa.

Las chances de estar contigo [EN LIBRERÍAS]Where stories live. Discover now