Epilogo

5.4K 261 22
                                    

POV Lauren

Cinco años después...

Estoy en el baño con las manos pegadas al cristal de la ducha. Está empañado, pero no tanto como para no ver a mi esposa dentro. Desnuda, empapada y embarazada de cinco meses. Mientras se enjuaga el champú del pelo, la espuma se desliza por sus turgentes tetas en forma de riachuelos, por encima de su vientre y desapareciendo en los pliegues de su perfecto coño.

Mi polla está dura como un clavo, obviamente. Juro por Dios que he tenido una erección durante cinco años seguidos. Esta chica con la que me casé me tiene cachonda veinticuatro-siete. Me atormenta la lujuria desde que me despierto junto a su cuerpo flexible y tentador hasta que me duermo, agotada de recordarle a quién pertenece.

Somos inseparables. Donde va ella, yo voy. Donde voy yo, va ella.

Eso está escrito en piedra. El mandamiento de nuestro matrimonio.

La gente piensa que es intenso. O raro. Pregúntame si me importa una mierda.

La única persona cuya opinión me importa es la chica que está al otro lado del cristal y que acaba de coger el jabón con la mano derecha, con sus ojos dorados mirándome a través de las pestañas para recibir instrucciones.

-Lávate las tetas. - gimo, cogiendo mi polla con la mano derecha. -Despacio.

Asiente obedientemente, frotando la barra blanca entre sus pechos y luego alrededor de ellos tan lentamente que empiezo a jadear, suplicando sin palabras que los toque por completo. Y lo hace. Por fin. Enjabonando y amasando esos dos increíbles globos, más grandes que de costumbre, gracias a su tercer embarazo, me hace gemir contra el cristal vaporizado de la ducha.

-Dios, son tan calientes. - empujo entre dientes apretados. -¿Y te preguntas por qué te mantengo embarazada, Camila?

Con una dosis de humor en sus ojos, se mueve bajo el chorro de la ducha y se enjuaga las tetas, y yo estoy a punto de eyacular al ver sus pezones rígidos asomando por la cascada de humedad.

-El culo ahora. Por favor. - digo, con una voz tan gutural que no estoy segura de que me oiga hasta que se da la vuelta, se inclina hacia delante y empieza a enjabonarse entre las mejillas, arriba y abajo, arriba y abajo, hasta que soy un desastre tembloroso, dispuesta a lamer el vidrio por si acaso puedo saborearla. Me masturbo como un sucia pervertida, con los ojos clavados en ese fruncido capullo de rosa del centro. Dios, está tan apretado. Nada se puede comparar con su coño, nada en este mundo, pero tomar su culo es un acto de reivindicación que me hace sentir aún más cerca de ella, y eso es todo lo que necesito. Todo lo que quiero. Estar lo más cerca posible de ella.

¿Va a dejarme tener su culo de nuevo pronto? Por favor. Por favor.

-Más rápido. - digo, viendo cómo la barra de jabón se acelera, frotando sobre su pequeño culo, haciéndolo resbaladizo, cubierto de espuma. -Buena chica. El coño también. Déjalo bien limpio para tu papi.

Me la comería después de una caminata de diez millas. Limpia o no, la quiero en todo momento.

Pero nos encanta el ritual de realizar estos actos privados juntas.

Ducharse, afeitarse, vestirse. Nada está fuera de los límites.

Mía.

Es temprano en la mañana, así que los niños aún no se han despertado. No puedo ni quiero dejar de embarazarla, así que hemos tenido que ajustar nuestros horarios para asegurarnos de pasar suficiente tiempo a solas, por mi cordura y la suya. Eso significa que a las cinco de la mañana, el mundo es solo nuestro por un rato. Lo que significa que me despierto todos los días con una polla que podría servir de rodillo. ¿Podría alguien culparme con una esposa tan jodidamente perfecta?

No solo es una madre increíble, sino también una mujer de negocios muy fuerte, que ya no tiene miedo de hacer oír su voz. A veces estoy tan asombrada por ella que me duele todo el cuerpo de amor.

Como si dirigir Outfitter no fuera suficiente para ella, mi esposa compró mi antiguo equipo de fútbol y me nombró entrenadora. Una temporada después, ganamos el campeonato. Me dijo que podía hacerlo y, como es tan inteligente, le creí. Creí... en mí misma. Su voto de confianza en mí significa más de lo que puedo expresar con palabras. Yo solo... no sería quien soy sin ella. Ella ha cambiado mi vida, me ha dado un hogar y esperanza y tanta alegría que todavía pienso que voy a despertar y descubrir que todo ha sido un sueño.

-Estoy toda limpia para ti. - murmura Camila entre el vapor, acercándose al vidrio y dejando que sus deliciosas tetas lo presionen. Claro que sí. En medio de un gemido, me inclino y lamo sus pezones a través del cristal, golpeando mi polla con un ritmo vigoroso, con el presemen goteando de la punta. Mientras la observo absorta, se pasa los dedos por el pelo mojado, arquea la espalda y ahora ese vientre de embarazada roza suavemente el cristal de lado a lado.

Jesucristo.

Mis rodillas aterrizan con dificultad en el suelo y lamento ese vientre hinchado al otro lado del cristal, tan excitada que no recuerdo mi propio nombre.

Hasta que ella lo dice. Me llama.

Mi esposa. Mi sirena. Mi mejor amiga, mi alma gemela y mi amante.

-Lauren...

Me pongo en pie y entro en la ducha en cuestión de segundos, nuestras bocas se encuentran en un baile frenético, mis manos intentan desesperadamente tocar cada parte de ella a la vez. -Por favor. - gimo, haciéndola retroceder hacia la pared de la ducha y dándole la vuelta, lamiendo la humedad del lado de su cuello, mi polla ya separando las mejillas de su culo. -Por favor, pequeña. Para papi.

Su cabeza cae hacia atrás y se posa en mi hombro, su boca abierta en un gemido silencioso, su expresión cubierta de necesidad. -Cualquier cosa por ella.

Enrollo su pelo en torno a mi primero, inclinando su cabeza hacia un lado hasta que hacemos contacto visual. El amor me mece de pies a cabeza y presiono profundamente, gruñendo y abriéndome camino dentro de ese canal trasero tan ajustado. Dios, Dios, mi esposa es tan buena conmigo que debería ser ilegal. -Te amo, Camila Camila.

La emoción recorre sus rasgos. -Yo también te amo, Lauren. -respira, con un brillo en sus hermosos ojos.

Mi primer bombeo la hace gemir, sus palmas golpean contra el vidrio para agarrarse. -Con todo lo que soy. - jadea. -Para siempre.

Atrapo su boca, saqueando su dulzura con un lametón. -Para. Siempre.

FIN

Mi jefa CAMREN GIPWhere stories live. Discover now