ÇÂNÎBĀLÎSMØ o venganza

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El olor a sangre, dios era riquísimo.

Todos los cortes me hacían querer cortar más.

Cada pieza de su cuerpo, cada órgano, cada pedacito de carne que separaba de los huesos.

La sangre salpicaba por toda mí cara, ***** me miraba sonriente.

Está carne me serviría un montón para darle de comer a mí Luzu.

Luzu estará feliz, solo no tengo que contarle a quien le pertenece está carne.

Me guardo lo que recolecte en unas bolsas, le agradecí a ***** y él solo sonrió.

Al abrir la puerta, lo saludé, él solo se despidió con las siguientes palabras.

-Si necesitas más carne, ven a mí casa, tengo más en el sótano-

Yo solo sonreí y asentí. Al llegar a mí casa, bese a mí noviecito y le dije que le tenía una sorpresa.

Él sonrió feliz y a la vez curioso, cerró la puerta y espero en el sillón.

Cocinaba, cada vez que revolvía o cortaba la carne me daban ganas de darle un gran mordisco.

Termine de cocinar, y le lleve el plato a sus manos.

Lo probó, y pereció encantarle, yo sonreí.

Pero, no podía parar de mirar el plato, ver cómo la sangre se quedaba en los labios e dientes de Luzu, dios, o lo besaba o me tiraba hacia el plato.

No me aguante, le saque el plato y me senté en su regazo, comí encima suyo para provocarlo.

Y pareció funcionar, porque él sonrió y decidió seguirme el juego.

Ni siquiera terminamos de comer, nos besamos, y otra vez, paso lo que hicimos en ese bosque.

La carne pareciera que le dio más fuerza o antojo a Luzu, ya que andaba mordiéndome a cada rato, me sacaba algo de sangre y piel pero no me importaba.

Podía aguantar lo que fuera, la sangre bajaba de mí piel mordida, pero poco me importaba.

Yo amo a Luzu.

Y por él, me dejó hacer lo que sea.

Todo lo que él quiera.

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