Durmstrang y Beauxbatos

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Finalmente había llegado el día, aquella noche durante la cena, Dumbledore muy efusivo había anunciado que los estudiantes de Durmstrang y Beauxbatos se encontraban a punto de llegar al castillo.

Los estudiantes de Hogwarts se sentían bastante emocionados de conocer a los extranjeros y aún más emocionados porque eso significa que pronto se daría inicio al torneo de los tres magos.

Muchos murmuraba mientras el director hablaba, mientras el señor Filch corría hasta el atril del director, informándole que los estudiantes extranjeros ya habían llegado.

– Ahora démosle la bienvenida a las bellas señoritas de la academia de magia Beauxbatos y a su directora Madame Maxime. – Una vez estás palabras fueron dichas por Dumbledore las jóvenes ingresaron a la sala. 

Sus movimientos eran elegantes y hermosos, dejando sin aliento a más de un estudiante de Hogwarts.

Se movían con gracia mientras desfilaban por todo el comedor.

Tras ellas una elegante mujer de gran altura caminaba de forma recta deslumbrando y siendo escoltada por el profesor Dumbledore.

Una gran oleada de aplausos lleno el lugar y solo fueron controlados cuando el director nuevamente tono su puesto.

– Ahora recibamos a los orgullosos hijos de Durmstrang y a su director Igor Karlaroff. – Anunció.

La entrada de un grupo de hombres dejo sin habla a todos, su apariencia era intimidante y a su vez viril. Ellos se movían con confianza haciendo sonar sus bastones.

Mirada al frente y cuerpo erguido, se veían confiados y algo misteriosos.

Sus capas oscuras ondeaban con gracia mientras avanzaban por el pasillo central del Gran Comedor.

La entrada De Viktor Krum hizo que el murmullo aumentará.

– Oh Dios mío es Viktor Krum. – Dijo Ron con un poema en su rostro, entre emoción y asombro.

– Llegó el novio de Ron. – Se burló Fred.

– El amor de su vida. – Le siguió George.

– Cállense. – Les respondió Ron.

Harry, Ginny y Hermione solo reían en silencio por la reacción del Weasley.

Igor Karlaroff caminaba tras de la estrella de Quidditch, con una postura recta y una mirada indiferente que reflejaba total seriedad.

Una vez los estudiantes de Durmstrang terminaron su rutina, el director de la escuela le dió un amistoso abrazo a Dumbledore.

Finalmente todos los estudiantes estaban en el castillo.

Hagrid parecía embelesado con Madame Maxime, tanto así que no noto que su cubierto estaba en la mano del pobre profesor Flitwick, quien solo podía quejarse del dolor.

Finalmente la llega del cáliz de fuego llamo la atención de todos los estudiantes.

– La gloria eterna es lo que le espera al estudiante que gane el torneo de los tres magos. – Dijo Dumbledore subiendo la voz. – Pero para lograrlo deberá sobrevivir a tres pruebas... Tres pruebas en extremo peligrosas.

– Genial.  – Comentaron los gemelos.

Dumbledore volvió a comentar las reglas del torneo, reiterando que estaba prohibido la participación de estudiantes menores de dieciséis años.

El murmullo de desaprobación de los estudiantes no se hizo esperar, aunque había un grupo que parecía reírse de dicha regla.

La cena concluyó, y los pasillos del castillo se llenaron de estudiantes que comentaban sobre el torneo.

Entre tres corazones - Drarry [Harry Potter] Où les histoires vivent. Découvrez maintenant