Reconocimiento

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No consigo frenarme a la hora de distraerme. Tengo el mecanismo del estudio atrofiado, haciendo que quiera huir de esto buscando otros caminos. En mi cerebro aparece una emoción inhóspita y desenfrenada, imposible de no pensar en ella. Una vocación descubierta por un nuevo proyecto, una nueva vía, algo que mi conciencia justifica (o lo intenta) argumentando que es útil y bueno. Puede ser cierto esto último, pero no es el momento.

Ya me pasó durante el curso mismo, donde alejándome de quizás repasar la lección dada, me surgía el irremediable interés por los cursos online, así acabé empezando uno en ese momento. Razón de peso es que dichos cursos pueden servir para rellenar el currículum y hacerlo más llamativo, mejorando así alguna posibilidad futura de obtener algún trabajo. Pero claro, eso hace que mire para otro lado y no me centre en el presente. La solución perfecta y utópica en mi confección, sería desarrollar estos campos útiles para el mañana, pero sin olvidar el hoy y lo inmediato. Para mí esto es imposible porque en el propio origen del deseo de hacer este nuevo proyecto, se esconde las ganas de dejar esta otra cosa que me parece insulsa y cansina.

Así es como hoy me ha dado por indagar en oportunidades de ganar un dinero en internet, no un sueldo, solo un extra: traducciones, transcripciones, lo que sea. Me parece excitante la idea de tener números verdes en la cuenta del banco (y a quien no), pero a la vez eso me ayuda a distraerme de la parte más aburrida que tengo que hacer ahora.

Llevo mucho tiempo en el mismo sitio. Llevo demasiado en la misma parada de bus. He visto a tanta gente avanzar desde la distancia que aún me sigue doliendo. Quiero avanzar. Quiero lograr cosas y llegar a la siguiente parada. Muchas veces me he sentido menos, y cuando estoy depre lo sigo pensando. Pero poco a poco, a base de mis pequeñas victorias, me voy reconciliando con mi orgullo.

Quizás este sentimiento alimenta esta emoción por un nuevo gran proyecto. Porque siento que eso hace que avance saltando escalones. Que este nuevo logro, este hito que he logrado, va a llenar mi vacío por seguir estudiando. Que llena mi inseguridad porque además estoy haciendo estas cosas. Soy válido por esto, por lo que hago. Los estudios no me pueden llenar de esa forma porque es lo que intento acabar, no mi propio emprendimiento personal para ser mejor.

Pero claro la vida no tiene atajos. La validez personal no debe llegar de la percepción de otros ni del valor externo que le demos a las cosas que hacemos. Dicha validez tiene que venir por la satisfacción del camino recorrido, de la propia evolución personal. He aprendido que los hitos son los problemas que resolvemos por el camino. Que eres tu mejor amigo, y que tus victorias son las que más importan. Es normal volver al estado mental de la inseguridad y la comparación, no se escapa nunca de los pensamientos negativos, siguen ahí, son parte de ti. Pero es importante tener un espacio seguro dentro de tu propia cabeza, donde te recuerdas de tus éxitos, y por lo que has pasado para llegar aquí. Este espacio, de nuevo, se crea con pequeñas victorias. Es una casa de árbol elaborada con tablones de madera de "sí lloré pero hice esto" y clavos de "hoy lo he hecho un poco mejor que ayer".

Por lo tanto, aunque sigo siendo un desastre y mi cabeza sigue intentando huir, muchas veces consiguiéndolo. Está bien porque cada vez la controlo más. Sigo fallando, pero cada vez menos.

ReflexionesWhere stories live. Discover now