En la víspera de su matrimonio celestial, dos deidades son interrumpidas por un dios demonio que secuestra a la novia. Con el paso de los días, la tensión y la incertidumbre crecen. ¿Permanecerán como enemigos o los hilos del destino tejerán una his...
— ¿Cómo? No puedo creerlo... Conocí al padre de Wang Jie, nunca imaginé que fuera capaz de cometer algo tan terrible.
El dios suspiró con tristeza, su voz suave y cargada de pesar. — Sí, fue capaz... de hacerlo.
La diosa quedó en estado de shock, su mente llena de confusión y dolor. No podía comprender cómo el hombre que había conocido podía haber llevado a cabo un acto tan atroz.
— Y ¿no sentiste el deseo de vengar la muerte de tu padre? —cuestionó la diosa con ojos llenos de inquietud.
— No, aunque me dolió profundamente su pérdida —respondió el rey con una mezcla de tristeza y determinación —Era mi padre después de todo. Pero vengar la muerte de alguien que no tomó responsabilidad por sus acciones, por una mujer que decía amar... no valía la pena.
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La diosa asimiló difícilmente aquellas palabras, sintiendo una profunda tristeza y admiración por el rey que había decidido no dejarse consumir por el odio y renunciar a la venganza.
— ¿Y Wang Jie sabe todo esto? —preguntó la diosa con preocupación.
— No, he decidido ocultar la verdad. Él solo sabe que su padre se convirtió en funcionario gubernamental por su honradez, porque erradicó la vida de alguien que desafió las leyes divinas del reino celestial... —susurró el rey con una mezcla de tristeza y protección.
La diosa quedó sumida en la tristeza, sorprendida por la revelación y la complejidad de la historia. En ese momento, envolvió al rey con un abrazo tierno, mostrándole todo su apoyo y comprensión.
— Ahora comprendo todo tu resentimiento hacia los celestiales... —susurró la diosa, su voz cargada de comprensión y tristeza.
El dios asintió con pesar, sabiendo que había mantenido oculta la verdad incluso después de la muerte del padre de Wang Jie. No deseaba que su hijo pensara mal de su progenitor, quería que siempre lo viera como un hombre honorable.
— Eres una persona admirable al ocultar la verdad, pero en mi opinión, él debería saberla y decidir por sí mismo lo que piensa... —expresó la diosa, su voz llena de sinceridad.
El rey agradeció con gratitud sus palabras. El peso de la mentira se aligeró un poco, pero la carga de la verdad pendía sobre ellos como una espada afilada.
— Ahora entiendo, por eso me mentiste. Pensabas que cuando me enterara de esto, creería que solo estabas conmigo por venganza. Porque un celestial arrebató la vida tu madre y la mejor venganza sería enamorar a su diosa, ¿verdad? —sugirió la diosa, revelando su comprensión profunda.
— Eres extraordinariamente perspicaz... Sí, es cierto. Pero en ese mismo día, el general Wang se atrevió a hacerme una visita, mostrando una falta de cortesía y respeto inaceptable... —aclaró el dios, su voz firme y decidida, dejando en claro su posición de autoridad.
