Me pongo a seguir escribiendo, necesito distraerme. No es momento para sobre pensar.

Solo queda aceptar que regreso, que va estar un año aquí y que quizá tenga que ignorarlo todo ese lapso de tiempo.

Esta más que claro que no podré.

Drystan fue mi mejor amigo, la persona en la cuál más confíe, la que más quise. Fue mi soporte, de la nada se fue y jamás volvió hasta ahora.

No lo culpo, todos se van.

Probablemente tenga que hablar con él así mantengo a mamá tranquila. Hablaremos, arreglaremos todo y ahí quedará. El simple hecho que lo arreglemos no significa que volvamos a tener la misma amistad de antes.

Solo es para mantener el equilibrio en la casa.

Ya no necesito a nadie más, me tengo yo misma y es suficiente. Mientras menos personas entren a mi vida mejor, así no las lastimó, ni ellos a mi.

Recuerdo que tengo tarea que atender, saco mis cuadernos para hacerla. Organizo lo que mañana llevaré.

Veo la hora, es justo la cena ya. No sé si bajar, ahí va estar. Mejor no, aquí estoy bien.

Aislada sobre llevo mejor la situación, además ya lo he estado antes no es nada nuevo.

Anoto nuevas ideas que iré agregando a mi libro, quizá cuando lo termine me anime a enviarlo a una editorial. Tengo dos terminados, se que necesitan corrección, volverlos a reescribir y más.

Giro para ver la persona que está tratando de abrir la puerta, el ruido de girar y fallar en el intento. Me levanto de mi silla cómoda para ir a ver de quién se trata.

Al otro lado se encuentra mi padre con una charola que contiene mi cena.

—No bajaste a cenar, tu madre me ha mandado y yo tampoco quiero que te enfermes por no comer —entra para colocarla en una mesita que tengo—. Debes de alimentarte correctamente, estamos avanzando en muchos aspectos.

—Lo se papá, solo que está vez no me ha dado apetito —pongo una excusa—. Gracias por preocuparte.

Ya va en una ropa cómoda en vez de sus habituales trajes.

—Quiero que estés bien, siempre me preocuparé por ti —me envuelve en sus brazos—. Cuánto te extrañe Hazel, ya estás en casa de nuevo —besa mi cabello—. Sabes que te amo hija.

—Yo también lo hago papá —aferro mis brazos a su cuerpo—. Te amo a ti, a mamá y a Nevan, son lo único que tengo. Nunca los quiero perder.

—Ahora hay alguien más que quiere formar parte de tu vida, no niegues seguir. Consigue gente nueva en tu vida, no te estanques —sus consejos no son fácil de ejecutar—. No hay nada malo en querer nacer de nuevo pero antes debes de arreglar lo roto para poder hacerlo.

Se me aprieta el pecho. Quiero llorar, me contengo.

—¿Cómo lo hago? —escondo mi rostro en su pecho.

Al ser muy bajita no se me dificulta esconderme entre su cuerpo y brazos.

—Dale tiempo al tiempo. Dile que llegará el momento correcto —hay tanta calma en su voz que hace que me tranquilice—. Nada tiene por qué ser perfecto.

¿Existe la perfección?, yo lo quisiera ser. Tener la vida perfecta donde no te atormente nada.

—Así lo haré —espero—. ¿Cómo va tu trabajo? —cambio de tema.

—Muy bien —ya no habla con el tono de voz preocupada, es más suelta—. Estamos trabajando en un nuevo guion, una adaptación nueva.

Siempre me ha gustado el trabajo que lleva mi padre. Ser director de cine suena fabuloso. Crear, producir.

Yo también quiero mi final feliz Where stories live. Discover now