10: Infiltración

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Imperium y Sun Bat se sentían derrotados; lo estaban, en realidad

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Imperium y Sun Bat se sentían derrotados; lo estaban, en realidad. Habían caído en una trampa y no lograron salir ilesos. Perdieron a uno de los suyos, y ni siquiera fue por las acciones del enemigo; fue todo por su propia debilidad.

No lograban derramar lágrimas; no pudieron hacerlo antes de que se escuchara cómo se deslizaba una puerta. La sala de comandos se había abierto y Nathaniel se estaba acercando hacia ellos, y se veía... tranquilo. Aún no se enteraba de nada; no parecía haber notado la ausencia de Dragonsteel.

—¡Volvieron! —gritó, casi feliz. La hechicera levantó el rostro para verlo—. ¡¿Por qué se fueron así?! Saben que el Concilio es peligroso y...

—Ahora no necesito una reprimenda, demonio —zanjó Leyna, viéndolo directamente a los ojos, queriendo mostrar molestia, pero solo delatando cansancio. Cansancio y mucha tristeza.

El héroe de San Francisco se percató de ello y su faceta de líder se hizo a un lado por un momento para enfocarse en la Primigenia. Se veía agotada, más pálida de lo normal —si es que eso era posible—, y de su nariz escurría sangre negra. De inmediato le sobrevino un sentimiento de preocupación.

—Leyna, ¿estás bien? —cuestionó, a punto de colocar su mano sobre el hombro de ella, pero la pelirroja se apartó. Más allá del cansancio se veía... frustrada, furiosa incluso.

—Estoy bien, no soy yo por quien deberías de preocuparte —masculló, haciendo de sus manos unos apretados puños—. Cuando veníamos hacia aquí...

—Perdimos a Dragonsteel —completó Sun Bat, más calmado, pero también tenso, dando un paso hacia delante. En su tono se delataba el mismo enojo que en Imperium.

Garra Nocturna, quien había permanecido al margen de la conversación hasta ahora, se acercó sin dudar.

—Así que eso era lo que faltaba —comentó, y disimuló su nerviosismo al cruzar sus brazos, tratando de aparentar desinterés—. ¿En qué lío se metió chispitas esta vez?

Ninguno reaccionó al apodo; el ambiente lúgubre se hizo aún más pesado. Se arrepintió casi al instante de su comentario. Dark Phoenix, en cambio, estaba boquiabierto, tenso como un cable estirado.

—¿A qué se refieren con que perdimos a Dragonsteel? —interrogó, serio y pensando lo peor, ¿acaso él...?

—Que te lo diga la bruja —espetó Linen Ark con un tono venenoso—. Es su culpa que esto haya ocurrido.

Nathan se volvió de inmediato hacia la Primigenia, impaciente por respuestas. ¿Por qué nadie decía nada?

—Leyna...

—No está muerto —acotó ella, fulminando con la mirada al vampiro por su terrible elección de palabras—. Lo comprobé de camino hacia aquí; sentí su aura. Si lo quisieran muerto, lo habrían aniquilado al instante.

Inefables: AmanecerWhere stories live. Discover now