Capítulo XII

36 1 3
                                    

La mañana de hoy, Emma se levantó y fue a tomar una ducha nuevamente. Sin embargo, no fue a clases, o al menos esa era la idea: no asistir. Tampoco fue al desayuno. No quería levantarse de su cama, no se sentía bien emocionalmente.

Emma estaba sentada leyendo en su cama para distraerse, ya había terminado el desayuno, y era viernes. Así que no importaba mucho si faltaba hoy a las clases. El problema sería la próxima semana, eran los exámenes finales y ella creía que tampoco asistiría. Alguien llamó a su puerta, llamando absolutamente toda su atención.

—Adelante —dijo Emma, creyendo que podría ser alguien como Enzo o... Regulus. Pero no.

—Te traje el desayuno —dijo Tom, entrando con un plato de comida para desayunar.

—Gracias, Tom, pero no era necesario —dijo Emma, dejando el libro a un lado con la página marcada, y recibiendo el plato en sus manos. Tom se sentó a su lado en la cama.

—Claro que era necesario, necesitas alimentarte —dijo él, mientras la miraba y ella hacía un esfuerzo por comer.

—¿Por qué te preocupas tanto por mi? Es decir, se que todo el tiempo nos hemos llevado como perro y gato, pero, ahora... estás distinto —dijo Emma, volteando a verlo—. No es por lo qué pasó ayer o por qué yo te guste, ¿verdad?

—año es por ninguna de esas dos cosas —respondió Tom—. Simplemente me preocupo por ti. No se si es porque realmente haya generado fuertes sentimientos hacia ti, pero, quiero ayudarte en lo que sea posible.

—¿Que te hace pensar que necesito que alguien me ayude? —dijo Emma, calmada y curiosa.

—No lo se —respondió—. Es que, últimamente has estado muy sola. Ya no te veo con Regulus como siempre, y después de lo que sucedió ayer... yo solo quiero lo mejor para ti. Se que, me haz rechazado cuando te dije que sentía cosas por ti, y siendo sincero, todavía las siento. Se que no sientes lo mismo, y que menos vas a querer estar con alguien ahora luego de lo qué pasó. Pero, al menos podríamos tener un tipo de... amistad.

—Eso... me parece bien —dijo Emma, lanzándole una sonrisa.

—Ahora, come. Quiero ver ese plato vacío —dijo Tom, en tono divertido. Emma ya casi ni lo reconocía, pero le agradaba. Aún que en el fondo extrañaba al antiguo Tom Riddle.

—Tom, no puedo... —dijo Emma, pues sabía que si comía algo lo vomitaría de inmediato.

—Haz el intento —Emma lo pensó un momento. Luego de varios minutos decidió comer.

Todo parecía estar bien, hasta que Emma comenzó con los mareos. Tom abrió las ventanas para que Emma pudiera tomar aire fresco, pero eso no ayudó mucho. Emma terminó vomitando en el baño mientras Tom le ayudaba cogiéndole el cabello en un moño. Luego de vomitar, Emma se enjuago la boca y ambos volvieron a su dormitorio. Las ventanas se mantuvieron abiertas a petición de Emma.

—¿Te sientes mejor? Creo que no debí obligarte a comer —dijo Tom, arrepintiéndose.

—Tranquilo, estoy bien —dijo Emma, acostándose en su cama.

—¿Hace cuanto no comes? —Emma dudó en decirle, pero ahora que eran "amigos" y era la única persona con la que podía hablar, decidió confesar.

—Desde hace una semana y media creo —dijo mientras tomaba cuentas—. Casi dos semanas.

—¿Por qué dejaste de comer? —preguntó.

—Es una estupidez, no necesitas saberlo —Tom se acostó a su lado.

—Quiero saber por qué —dijo el, haciendo que Emma le dijera él por qué.

—Bueno, es que... Mike... —a Emma le daba asco decir su nombre ahora, pero hizo el esfuerzo—. Decía que estaba comiendo demasiado y que debía hacer dieta. Me comparaba con las chicas de su casa y eso no era muy agradable. Cuando dijo eso, yo también creí que estaba comiendo mucho. Y pensé que decía eso por mi bien, pero en realidad lo decía porque no le gustaba mi cuerpo.

Heart Of StoneМесто, где живут истории. Откройте их для себя