Capítulo II

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Ya era de noche, y Emma estaba en su cama, tratando de conciliar el sueño. Pero le resultaba más difícil de lo qué creía. Se levantó de la cama y salió del dormitorio, esperaba quedarse un rato en la sala común, pero no le quedó muy cómodo. Salió de la sala común de Slytherin y comenzó a andar por los pasillos. En eso, vio a lo lejos a alguien, al final del pasillo, se asustó ya que pensó que era un profesor, como Snape o McGonagall, o tal vez Dumbledore, pero no era así, ya que aquella persona caminó hacia ella, mientras ella retrocedía lentamente, asustada de quien pueda ser.

-¿Qué hace alguien como tú despierta a esta hora? -preguntó Tom, quien ahora estaba frente a frente con Emma. El susto de la chica desapareció.

-Dios, no sabes el susto que me diste, creí que eras algún profesor -respondió ella aún más calmada.

-No has respondido mi pregunta -dijo Tom con el semblante serio, al igual que siempre.

-Eso no te interesa -dijo la chica mirando a Tom a la cara, pero el silencio la derrumbó-. Bueno, no puedo conciliar el sueño, ¿ok? -dijo ella, algo avergonzada por lo que acaba de decir.

-¿No puedes conciliar el sueño? -dijo confundido-. ¿Qué no podías quedarte en la sala común? -preguntó, como si estar en un lugar así fuera tan cómodo para lograr dormir.

-No era muy cómodo -respondió Emma, quien ahora se había percatado de que Tom tampoco estaba durmiendo es su cama-. Y, ¿tú qué haces despierto?

-Eso no te interesa -dijo copiando lo que habías dicho hace unos segundos.

-Vamos, Tom, yo te dije, merezco que tú también lo hagas.

-No te diré, hablo en serio cuando digo que no te interesa.

-Agh, ¿siempre eres así? -preguntó la chica.

-Así, ¿cómo? -preguntó el chico confundido.

-Así, serio, frío con la gente. Como los chicos callados que quieren matar a todo el mundo -Emma se quedo callada luego de decir eso, estaba pensando-... No quieres matar a nadie, ¿verdad?

-Tal vez si, tal vez no, sea la respuesta que sea no debes saberlo -dijo él, haciéndose a un lado para poder retirarse e irse a la sala común para hacer algunas cosas en su escritorio. Emma se colocó delante de él para que no pudiera pasar-. Quítate, me estorbas.

-Si fuera por ti, el aire también te estorbaría.

-Tienes razón, ahora quítate.

-O si no ¿qué?

-Sino, te lanzaré un Avada Kedavra. Tengo mi varita a mano -Emma se asustó, pero no quería parecer débil frente alguien como Tom, estaba bien si se veía débil frente a los demás, pero si era Tom, sólo le recordaría cada segundo lo inútil que es por aquello.

-Si lo lanzas, los profesores escucharán y te inculparán a ti -dijo Emma, mirando a Tom y sintiéndose inteligente en una situación así-. No podrás mentir, eras el único que estaba a esta hora en la noche, sólo tú y yo, y tu serías el asesino.

-Wow, pero que inteligente -dijo con sarcasmo-. Me pregunto por qué no eres una Ravenclaw.

-Ja, ja, que chistoso, Tom -dijo ella, haciéndose a un lado para dejar ir a Tom.

-¿Tan fácil me dejarás ir? No soportas nada, niña.

-No es por qué no pueda soportar tu presencia, aún que tal vez así sea, pero en realidad lo hice porque te vez inútil discutiendo conmigo.

-Ya se te subió el Ego, será mejor que me vaya antes de que me contagies tu pena ajena.

Tom se alejó y se fue a la sala común, mientras Emma se quedaba en el pasillo aún. Caminó en dirección a los baños de chicas del segundo piso, donde se encontraba Myrtle la llorona. Al entrar al baño, Myrtle de inmediato se acercó a la chica. Pasó por su lado y luego de sentó encima del candelabro de luces encima de los lavabos.

-¿Por qué estás despierta? Se supone que las chicas como tú deberían dormir para despertar perfectas para el día siguiente -dijo Myrtle.

-¿A qué te refieres con chicas como yo? -preguntó Emma, sentándose en el suelo.

-Chicas perfectas, que sólo se interesan en si mismas y en como se ven, tratando de conseguir algún chico como Harry Potter -al nombrar al chico, Myrtle soltó un suspiro, imaginando como se vería ella con Harry.

-Y, ¿ese suspiro? -preguntó Emma, encarnando una ceja.

-¿Qué suspiro? -preguntó Myrtle, como si nunca lo hubiese soltado, tratando de parecer inocente.

-No me digas que te gusta Harry -dijo Emma, lanzando la vista a otra parte, esperando que no sea así.

-¿Qué problema tienes con que me guste Harry?

-Yo no tengo ningún problema, es sólo que es raro. Quiero decir, tu eres una fantasma, y...

-Ya entiendo, ¡ahora los fantasmas no pueden tener sentimientos!

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