Capítulo 35: Desvelando el pasado (En corrección)

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-Lo siento por ella -suspiro, aún con la vista puesta en Denís.

Escuchar su historia mi hizo pensar en la condición de mi hermana. ¿Será que algún día tenga que mirar un objeto u otra cosa para recordarla? Espero que no.

-Sí, yo igual -comenta a mi lado Aysha sacándome de mis pensamientos-. ¿Megan no se ha tardado ya?

Ahora que lo menciona me percato de ese detalle, el baño más cercano a nosotros no pasa de estar a quince pasos, por lo que ya debería de haber retornado.

-Pues sí. Mejor vamos a buscarla -informo y tras tomarla de la mano avanzamos hacia ese lugar.

Lo desconcertante es que mi hermana no se hallaba ahí. Tampoco en los otros lugares en los que busqué y por los gritos que daba Aysha llamándola supe que tras separarnos ella tampoco había tenido mucha suerte.

Al salir de la cocina volví al pasillo y me paré justo frente a las escalera intentando analizar en donde rayos esta niña se podría haber metido. Pero en ese momento uno de esos dolores intensos de cabeza me azota y mi vista se vuelve triple. Como siempre el dolor no vino solo, a lo lejos sentía difusa la voz de Aysha, y por encima, como si la hubieran conectado a bocinas retumbaba un sonido rasposo e intenso, similar al rayar de un lápiz amplificado cien veces.

Levanto una mano intentando cubrir mis odíos porque me da la impresión de que de un momento a otro comenzar a sangar. Y justo ahí es cuando la vi, no se que era porque paso muy rápido, pero fue como una sombra. Primero estaba parada en la escalera y luego despareció por el final de esta. Creyendo que se trata de Megan la sigo a trompicones. Mientras que más me acercaba a la segunda planta más fuerte se hacía ruido, más intensa las punzadas en la frente y más borrosa se tornaba mi vista.

Una vez arriba miro hacia ambos lados y en la derecha diviso malamente una forma oscura que me observa.

-¿Megan? ¿Eres tú?

No hay respuesta. Pero si que vuelve a mover, esta vez entrando con velocidad a una de las últimas dos puertas, la que está a mano derecha. No lo pienso mucho y voy tras ella, lo más seguro es que se trate de alguna de sus maldades pero yo ahora mismo no estaba en condiciones para jugar.

Cada paso que di hacia allí me costó mogollón, ya no lo podía soportar más, en cualquier momento mi cabeza estallaría esparciendo sesos por doquier y justo en cuanto puse un pie dentro de ella, cesaron. No podía creerlo. Sabía lo que sucedía y al mismo tiempo no, al igual que las otras veces me estaba pasando esto pero esta fue mucho más larga y más intensa, como si hubiese querido que yo llegará hasta ahí.

-Bueno, al menos ya no escucho voces -suelto sin pensar y me arrepiento al instante.

-Pasa -susurran y miro el lugar del que proviene. Es una puerta perfectamente camuflajeada para simular ser parte de la pared de la habitación-. Pasa.

Algo me decía que no fuera hacia allí, que de las malditas películas de terror debes llevarte una lección pero otra voz me llegó a la mente:

«Sigue la voces, son tu guía» Lo peor de todo es que la reconocía, era la de aquella señora en el estacionamiento del hospital que los médicos intentaban llevar dentro.

-Pasa -escucho nuevamente y es lo último que necesite para armarme de valor y entrar de una vez por todas.

Desearía no haberlo hecho.

La habitación detrás la puerta se encontraba vacía de sombras o presencias sobrenaturales, pero lo que verdaderamente inquietaba era otra cosas. Los cuadros ante mi se presentaban de una manera bella y aterradora a su vez. La visión de mi mismo en cada uno de ellos me mantenía en alerta y cuando escuche pasos a mi espalda no dudé ni un segundo en voltearme con una postura defensiva.

En nuestra menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora