1. Llegada al campamento

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Pasar un verano entero fuera de casa no era lo que los niños Sully esperaban. Sus padres tenían algunos inconvendientes que atender, su empresa estaba amenazada por otra, la cual robaba acciones y chantajeaba a los trabajadores, pero llegó un momento en el que no tuvieron más remedio y se unieron a la lucha contra ellos.

Neteyam se había ofrecido a cuidar de sus hermanos o incluso ayudar a administrar uno de los edificios principales, pero sus padre negaron ante la idea. En cambio, le habían encomendado la tarea de mantener a sus hermanos en orden mientras los enviaban a todos a un campamento de orientación para jóvenes de entre siete y dieciocho años. No es como si ellos lo necesitaran, pero su padre dijo que les vendría bien. Neteyam había cumplido dieciocho años el verano anterior, pero su padre conocía a uno de los copropietarios del campamento y estuvo más que dispuesto a permitir que él se uniera a ellos, sobre todo después de oír el apego que los niños sentían por su hermano mayor.

– Esto es innecesario. Estaremos bien en casa. –mencionó Neteyam colgándose una bolsa al hombro mientras abría el maletero para sus hermanas.

– Ya te lo dije –habló Lo'ak que estaba a su costado–. Lo intente, pero nos quedamos.

Cuando termina de hablar este observa a través de un campo de hierba hacia la extensión de playas blancas que había debajo. Se apoyó contra la cerca de madera donde se dejaba a los niños, observando cómo desaparecían en las pequeñas habitaciones que compartirían.

– Odio esto –murmuró Kiri–. No hay bosques ni siquiera cerca.

– Estoy seguro de que habrá todo tipo de criaturas –habla Neteyan forzando una sonrisa!– Y podrás estudiarlas.

– Quiero irme a casa. ­–se queja Tuktirey detrás de Kiri y Neteyam contiene el aliento.

Este iba a ser un verano muy largo si todos ellos tenían la intención de odiar el campamento antes de siquiera intentar disfrutarlo.

Un profundo suspiro salió de sus labios mientras la subía a su otra cadera y ajustaba su bolso.

­– Lo sé, Tuk –la consuela y se dirige a Lo'ak– Toma su bolso, por favor.

Lo'ak parecía estar reprimiendo un quejido cuando se agachó para coger su bolsa y su almohada mientras Neteyam daba las gracias al conductor y cerraba el maletero.

Todos estuvieron de acuerdo en que lo mejor era que sus padres se despidieran de ellos en casa y no los trajeran hasta aquí. Así los niños tendrían tiempo de calmarse en el camino; además, su madre y la mujer del jefe del campamento no se llevaban bien de todos modos, así que se ahorrarían la ira de que ella ya estuviera enfadada cuando llegaran.

– Vamos –dijo Neteyam, revisando a cada uno de sus hermanos antes de atravesar la pequeña puerta de madera a lo largo del camino hacia el edificio principal– Asegúrense de tener todo.

Sus hermanos lo seguían, todos callados y de mal humor. Ya había muchos niños reunidos afuera entre algunos consejeros que vestían camisas verdes con sus nombres bordados. Sin estar seguros de adónde ir, siguieron a la mayoría de los demás hasta que un hombre ancho y corpulento los recibió cordialmente en el edificio principal.

– ¿Los niños de Jake Sully? –sonrió y extendió una mano.

Neteyam rápidamente alcanzó la mano con una pequeña inclinación de cabeza y presentó a cada uno de sus hermanos mientras saludaban cortésmente al mayor llamado Tonowari y escuchando sus indicaciones.

– Desafortunadamente separamos a niños y niñas, por lo que estarán en la habitación 6A y a tus hermanas se les asignará la 5B –levantó la cabeza de su portapapeles para mirar a su alrededor con el ceño fruncido–. Se suponía que mi hijo te daría la bienvenida, pero no sé ha donde se fue.

Campamento Awa'atluWhere stories live. Discover now