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Kagura, de hecho, era realmente amable. Su apariencia feroz era diferente a su personalidad, solo parecía ser una persona que buscaba su paz y felicidad, sin tener intenciones de molestar a nadie. A la azabache le agradó, ella había tratado con tanta suavidad sus heridas en los pies y tobillos, que no se sintió inferior por ser de raza humana.

—Al parecer, el señor Sesshomaru tiene cierto aprecio hacia ti, ¿no es así? —preguntó, con una sonrisa socorrona, mientras peinaba el sedoso cabello de la azabache luego de haberse bañado.

Hace mucho tiempo que no se olía tan limpia y perfumada.

—¡No es así! —exclamó de inmediato, escandalizada por tal cosa.

—Sin embargo, me ha pedido a mí que te guíe. Eso es amable de su parte. El sapo de Jaken tiende a ser muy bruto con las nuevas, algunas incluso han llorado —informó con calma, pasando con suavidad el cepillo.

De alguna forma, esa omega le hacía acordar a una figura materna. Le brindó la seguridad que pocas veces había sentido. Se relajó ante su delicadeza, y su expresión cambió a una pensativa;

—¿Su trato es tan malo? — Aunque se notaba que iba a ser un dolor de cabeza.

—Con el tiempo, ganas el derecho de patearlo si se pone muy irritable —sonríe, lo que no deja muy segura a la azabache de si solo se trata de una broma, mientras la mira a través del espejo —. Fue el primer fiel siervo del Lord, por lo que se cree la gran cosa, pero no le hagas caso, ahora estás bajo mi ala —aseguró.

—¿Has estado mucho tiempo aquí? —cuestionó, por curiosidad genuina.

—Fuí una de las primeras concubinas del Lord, ya no estoy a su servicio en ese aspecto, pero me permitió quedarme —contó sin problemas, lo que provocó que Kagome sepa que podia contar con ella para sacar dudas.

—Suena gentil cuando lo dices así —susurró, sintiendo como la otra mujer tiraba dos mechones de su cabello hacia atrás para comenzar a trenzarlo.

—Lo es, a su manera indiferente. Por su parte, su lobo es aterrador —fingió un escalofrío para exagerar su punto.

—¿Alguna vez has estado con su lobo? De manera... íntima. — Se atrevió a decir.

Kagura la miró a través del espejo luego de terminar su peinado. Se veía tan bonita, por lo que sonrió satisfecha.

—Yo no, pero las pocas que han tenido esa desafortunada suerte, no vivieron para contarlo —dijo con lamento, girando el cuerpo de la azabache para que tuvieran frente a frente, mirándola severamente para advertir; —Es incontrolable, brusco. Rara vez está fuera cuando no es durante su celo, pero su aura logra ahuyentar a todos. Debes tener cuidado.

He conocido todo lo contrario a ello. Él era tan... dulce. Suspiró por dentro, sin saber si confiar en la versión vista o contada, ¿acaso esa bestia la estaba engañando?

—Entiendo... —asintió, aún pensativa —. Supongo que entonces estaré atenta para estar lejos de su lobo cuando éste se presente —afirmó para alivio de la mayor.

—Pero no te preocupes, encerrarte en tu habitación en ese momento evitará el peligro, él jamás ha entrado a la habitación de una omega. — Sabía como funcionaba, había estado allí durante años, por lo que brindó su conocimiento.

—Es bastante incontrolable, ¿verdad? —sonrió al intentar suavizar el ambiente tan tenso que se había creado.

La mujer suspiró, frunciendo el ceño mientras asentía.

—Dios, sí. El día que una mujer logre ablandar esa armadura de hierro, habrá dominado el mundo —informó con una sonrisa, mirándola de manera cariñosa. Había quedado tan bonita bajo su mano maestra.

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⏰ Última actualización: Mar 07 ⏰

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