Capítulo 5

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Me desperté de golpe en la penumbra de una habitación que, en ese momento, parecía desconocida. Mi boca estaba seca, y un dolor de cabeza persistente anunciaba una cruda resaca. Tomé mi móvil y la pantalla iluminó tenuemente la habitación, revelando las 13:48. ¿Cómo podía haber dormido tanto? Las notificaciones desbordaban por la pantalla, pero mis ojos no se habían abierto lo suficiente como para leerlas.

Me esforcé por recordar la última noche, pero no acababa de entender qué había pasado. Me incorporé despacio, sintiendo que la cama temblaba ligeramente debajo de mí. La luz del día se filtraba débilmente por las rendijas de la persiana, iluminando la cama contigua, que yacía vacía. Fue entonces cuando los recuerdos se agolparon en mi mente: Ruslana y aquella desconocida, Naiara bailando en una mesa, Cris invitándome a una copa, el tintineo de risas, el alcohol que fluía como un río por mi cuerpo, la música de la discoteca. Y, sobre todo, unos ojos marrones que me miraban con curiosidad.

Violeta. Así era cómo había llegado esa noche a mi cuarto de la residencia. Me invadió el recuerdo del calor que desprendía su cuerpo bailando contra el mío y el hechizo de su dulce sonrisa. Un cosquilleo se apoderó de mí al recordar su mano en mi cintura. ¿Quién era aquella chica? ¿Por qué tenía ese poder en mí cuando éramos apenas desconocidas?

Me dirigí hacia la ventana para dejar pasar la luz y ventilar el cuarto. Después me enfrenté al espejo, y el reflejo reveló de nuevo a una desconocida, pero esta vez, no por la magia del maquillaje de Ruslana, sino por unas enormes ojeras que oscurecían mi mirada, un maquillaje corrido y un cabello que parecía un torbellino.

Mis ojos se encontraron con mi pijama y mis dedos tocaron el tejido inconscientemente. Un torrente de recuerdos inundó mi mente: Violeta ayudándome a cambiarme, sus ojos fijos en los míos, su toque suave sobre mi piel mientras me arropaba, un susurro de buenas noches. Una estúpida pero feliz sonrisa se instaló en mi rostro. "Para, Chiara, no la conoces de nada. Estás creándote una telenovela en tu cabeza y puede que no os volváis a ver", pensé.

Sacudí la cabeza y decidí dejar atrás todo con una ducha rápida, eliminado el persistente olor a tabaco y alcohol que se aferraba a mi piel y la chica que se aferraba a mi mente. Después, me vestí con algo cómodo y tomé el ascensor hasta la planta baja. Martin y Ruslana se encontraban en el sofá del salón, sus rostros también revelando la cruda realidad de la mañana siguiente. Me dejé caer entre ellos, sin decir ni una palabra.

- Buenos días, bella durmiente - la pelirroja rompió el silencio -. ¿Cómo ha ido la noche?

- ¡¿Perdona?! - me reí - ¿Cómo ha ido TÚ noche?

- Ah, Marina - dijo Ruslana, agitando una mano en el aire para restarle importancia -. Bien, es muy maja y está muy buena, pero ha sido algo de una noche y ya. No creo que nos volvamos a ver, ni siquiera es de la Residencia, solo venía con un amigo. Pero la noche ha estado muy bien.

- Osea que me vas a dejar sin detalles - me quejé, formando un puchero en mi labio inferior.

- ¡¿Perdona?! - Martin se unió a la conversación, repitiendo mis palabras -. Sin detalles nos estás dejando tú, bonita.

- ¿Detalles de qué? - preguntó Ruslana, ladeando la cabeza.

- ¿Detalles de qué? - repetí yo.

- ¡De Violeta! - Martin se incorporó del sofá de golpe, sacando fuerzas no sé muy bien de dónde.

- ¿Quién es Violeta? - Ruslana nos miraba a ambos una y otra vez, sin entender nada.

- ¿Y tú qué? - le increpé - Tanto te gustaba la chica y en el momento que te la presentan sales corriendo por patas, ¿a qué vino eso?

Que sea en esta vida || KiviWhere stories live. Discover now