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Traga saliva al deslizar sus ojos por la enorme exposición de lo que, a sus ojos, son aparatos de tortura, y luego se fija en punto central de la habitación: una enormísima cama de sábanas de satén rojo oculta tras un dosel blanquecino y traslúcido que Alexander echa a un lado con una mano mientras sube al lecho y arroja ahí a Liu. Recula en la cama hasta chocar con el cabecero y se acurruca en ese lugar mientras Alexander gatea hacia él.

—E-es un lugar muy hermoso —susurra, intentando ser zalamero, pero Alexander solo ríe en respuesta —, dónde... ¿D-Dónde pasaré yo los días?

—Aquí —responde Alexander como si fuese la cosa más obvia del mundo. El vampiro llega a la altura de Liu y se inclina levemente, dando un lento beso en sus labios.

Nota, por la forma en que Liu vacila al abrir su boca y en que se estremece cuando chupa y lame su lengua, que la herida que ha abierto antes en la boca del muchacho sigue torturándolo, así que lo besa despacio, superficial, probando únicamente sus labios, juntándolos y separándolos para escuchar el delicioso sonido chicloso que sus bocas hacen al chocar. Finalmente, el vampiro captura el labio inferior del chico entre sus afilados dientes y tira de él, como si desease devorarlo.

—Dormirás conmigo, por el día ¿Alguna objeción? —Liu, dolorido, niega de forma suave con su cabeza y el vampiro suelta su maltratado belfo. —Buen chico —susurra y vuelve a besarlo.

Lo besa de esa forma lenta y cuidadosa que confunde demasiado a Liu. Incluso si Alexander es el rey de sus pesadillas y el amo de su infierno en la tierra, no puede evitar sentir la dulzura en el ese gesto. El calor. Cuando Alexander amasa tiernamente su boca con movimientos suaves como si quisiera amoldarla a placer, cuando lame con su lengua experta, sus labios y luego el interior tras abrirlos, Liu siente que se podría derretir.

Liu siente que, si no ha tenido tiempo de desear antes por culpa de su tragedia, Alexander está listo para arrancar de él todo ese deseo, para exigírselo y apropiárselo.

Un gemido abandona su boca cuando las grandes manos del otro le acarician una el pecho, raso y suave, y la otra el hundido vientre, bajando poco a poco hasta que llegan al elástico del pantalón. Alexander tira de él y empieza a bajarlo.

—No, espera, a-aún no, por favor —suplica colocando sus manos sobre el pecho firme del vampiro. Liu no se atreve a empujar, pero el gesto parece suficiente para detener al ser.

—Solo quiero ver cómo está tu cuerpo —explica Alexander, su voz es ronca y baja. Liu sabe que es una advertencia, que Alexander no se está explicando, solo dándole una oportunidad para que no se gane un castigo. Poco a poco, Liu retira sus manos del cuerpo del otro y Alexander baja de un solo movimiento los pantalones y la ropa interior de su humano. —. No vuelvas a decirme que no ¿Entendido?

—S-sí —responde dócilmente Liu, jugueteando con sus manos nerviosamente. La mirada de Alexander lo examina de una forma que se siente como fuego sobre la piel, por lo que Liu no puede siquiera pensar y simplemente añade: —, l-lo siento. Lo siento mucho.

La respuesta satisface finalmente a Alexander, que tira de la ropa de Liu hasta desenvolverlo por completo, teniéndolo desnudo sobre su cama. Liu aparta la mirada e intenta pensar que está en cualquier otro sitio. Cuando el vampiro lo toma por las caderas y tira hacia abajo, tendiéndolo por completo en la cama, Liu imagina que son las manos de Matheo las que lo asen con fuerza.

Oscura Perdición (Yaoi, vampiros) [En AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora