ARTEMIS [DRACO MALFOY]

xiii.

CAPÍTULO TRECE,
aquiles snape

EL NUEVO COMPORTAMIENTO DE AQUILES fue extraño. Artemis se sorprendió cuando su hermano llegó a casa en medio de la noche y amenazó con golpearla cuando ella le preguntó si todo estaba bien.

Artemis no entendía qué había hecho mal, Aquiles había cambiado desde que entró a Hogwarts, y Artemis se sentía culpable por eso. Tal vez si nunca hubiera estado en Hogwarts, si se hubiera quedado en casa con su hermano, todo estaría bien, todo seguiría como antes..

—Planeo quedarme hasta tarde en el trabajo esta noche—le informó Aquiles, ajustándose la corbata— Quédate aquí y ni se te ocurra salir.

La niña asintió sin quitar la vista de su libro. Artemis estaba particularmente molesta ese día porque su hermano ni siquiera se había molestado en desearle un feliz cumpleaños. Sabía que tampoco era un día muy importante, pero deseaba que por lo menos él lo hubiese recordado.

—Estoy hablando contigo, Artemis —le dijo Aquiles, quitándole el libro de las manos.

—Y te estoy escuchando —respondío la chica, levantándose de su silla para recuperar su libro.

Aquiles era mucho más alto que su hermana, y solo tuvo que levantar el brazo un poco más para que ella no pudiera alcanzarlo.

—Recuerda con quién estás hablando. Créeme, no me conoces, Art, así que no me provoques —le dijo, tirando el libro al suelo.

Su hermano se giró para tomar su varita y luego salió del apartamento.
Artemis resopló mientras se inclinaba para recoger su libro y luego limpió la cubierta con la manga de su camisa.

La chica solía salir por las tardes cuando Aquiles no estaba y esta tarde no era la excepción. Después de todo, no era como si fuera a irse muy legos, ella simplemente le gustaba sentarse frente a su edificio a leer.

Lo que Artemis no esperaba era encontrar a Draco Malfoy afuera de la entrada de su edificio.

Normalmente los amigos se habrían abrazado después de reunirse, pero no había pasado tanto tiempo desde que se vieron y Artemis no estaba de buen humor.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó, alejando al niño de la puerta— ¿Cómo...?

—Dobby me trajo —dijo el chico sonriendo.— Es mi elfo doméstico...

—¿Trajiste un elfo doméstico a un lugar habitado sólo por muggles? ¡Estás loco Draco!

El niño se rio mientras se liberaba del agarre de su amiga.

—Le dije que se escondiera hasta que estuviera listo para irme. En realidad, estaba planeando ir directamente a tu casa, pero recordé que no le agrado mucho a tu hermano... En fin, ¡feliz cumpleaños, Arty!

Artemis estaba tan sorprendida que no hizo ningún movimiento para evitar que Draco la abrazara. ¿Cómo diablos supo que era su cumpleaños?

—¿Como lo sabes?

—Lo sé y eso es lo único que importa —susurró Draco antes de soltar a la chica— esto es genial, ¿no lo crees?

—¿Que es genial? —preguntó la chica con confusión.

—¡Hoy es tu cumpleaños y dentro de unos días será el mío! —comentó Draco muy alegremente, metiendo la mano en su bolsillo— Te conseguí un regalo.

Artemis extendió la mano para tomar el cuaderno negro que el rubio le tendió.

—Draco, no sé si podré regalarte algo para tu cumpleaños. Mi hermano...

—No es necesario —la interrumpió rápidamente el chico— Encontré este cuaderno en uno de los armarios de mi casa. Nadie escribió en él, así que pensé que te gustaría usarlo.

La niña le dedicó una sonrisa sincera. Draco fue la única persona que recordó su cumpleaños cuando ella ni siquiera le había dicho la fecha.

—Tengo que irme a casa —dijo Draco— Nadie sabe que estoy fuera, así que será mejor que me vaya antes de que alguien se dé cuenta.

—Buena suerte con tu elfo —dijo Artemis, manteniendo el cuaderno junto con su libro pegado a su pecho.

—Buena suerte con tu hermano. ¡Y feliz cumpleaños, Arty! —repitió antes de alejarse hacia un callejón, lejos de las miradas curiosas de los muggles.

. . .

ARTEMIS NO ESTABA SEGURA DE POR QUÉ HARRY POTTER LE ENVIÓ UNA CARTA. Tal vez estaba aburrido o algo así, pero ella nunca podía saber lo que decía la carta porque Aquiles la había interceptado antes de que ella pudiera abrirla.

—Art  —dijo Aquiles, sacudiendo la cabeza varias veces— pobre e ingenua Artemis... Pensé que entendías cuando te dije que no quería que hablaras con los chicos. ¿No lo entiendes, Art?

La niña abrió la boca para responderle pero su hermano levantó una mano para indicarle que guardara silencio.

—Pensé que al menos serías capaz de hacer una cosa bien. Tampoco te pedí mucho. Pero creo que eres incapaz de hacer algo bueno, ¿verdad? Pensé que ibas a estar bien conmigo. Después de todo, ¿Acaso no soy la única familia que te queda? Claro, a menos que intentes matarme.

Artemis mantuvo su vista en sus zapatos, sus ojos comenzaron a llenarse de lagrimas.

—Lo siento mucho —comenzó, tratando de contener las lágrimas— Sabes que nunca quise...

—Pero lo hiciste, Artemis.

La niña nunca se había sentido tan mal. Sabía que Aquiles siempre había pensado que ella era responsable de la muerte de sus padres, pero aún no estaba lista para escucharlo decirlo en voz alta.

Artemis empezó a llorar y de repente Aquiles la abrazó.

— ¿Te das cuenta? Me haces decirte cosas que no quiero decir —le dijo, acariciando su cabello para calmarla— Pero si me escucharas estas cosas no pasarían, Art.

La rubia asintió, presionando su cabeza más profundamente en el pecho de su hermano.

—Lo siento mucho —se disculpó nuevamente, tratando de controlar sus sollozos.

—Es bien, Art, ¿si?

Aquiles la obligó a separarse para poder secarle las lágrimas.

—No llores. No eres bonita cuando lloras —dijo rompiendo la carta, dejando los pedazos sobre la mesa— ¿Quieres que te cambie el color de pelo? Me gustaba el de antes.

Artemis no protestó cuando su hermano levantó su varita para cambiar el color de su cabello de rubio a castaño.

—Tu cabello se ve mucho mejor de esta manera —dijo, agarrando uno de sus mechones— asi te parecerás más a mamá.