2 junio 2022

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Fucking hell. Chiara recoge del suelo el séptimo vaso que se le cae en lo que va de noche, limpiándose la cerveza que resbala entre sus dedos en los pantalones mientras maldice internamente el día que pensó que trabajar detrás de una barra en el Primavera Sound sería buena idea. Se muerde con fuerza las mejillas, conteniendo la frustración que le repta por el rostro en forma de lágrimas traicioneras.

La música ahoga la risa acusadora del imbécil que espera en la cola. Chiara aprieta los dientes mientras recoge el vaso, tentada a lanzárselo a la cara. Asshole. Por puro placer de hacer esperar aún más al chico, la menorquina se distrae observando la gravilla del suelo y sus zapatillas llenas de polvo.

- Eh, tú, guapa. ¿Quieres que te enseñe a servir? Así luego me lo puedes recompensar.

Los vítores y risas inundan el campo auditivo de Chiara. Ésta se replantea seriamente abandonar su puesto de trabajo y renunciar al cobro. Pero eso implicaría renunciar también a estudiar ese año en la universidad. Y la morena no quiere esperar más. Dos días.

Chiara siente cada músculo de su cuerpo tensarse, preparada para responder al chico de la cerveza. Le observa minuciosamente, dejando entrever que le está juzgando. Pelo casco, negro. Ojos hundidos y mirada de presa haciéndose el lobo, pupilas dilatadas, MDMA probablemente. Camisa y pantalones chinos. Lascivo, agresivo, asqueroso.

- Eres imbécil, Tomás. Vete y deja a la chica en paz de una vez.

Chiara se queda con las palabras en la punta de la lengua y se las traga amargamente. Siente una mezcla de agradecimiento e impotencia al no haber sido capaz de plantarle cara al desconocido. En el fondo es mejor así. Le hubiera hundido los piños.

    -   Uy, habló la mosquita muerta. Cállate, recuerda que estás aquí gracias a mí. ¿Quieres que le cuente a papá como te estás comportando, niñata?

    -   ¿Le digo yo a Carlos que te gastas su dinero en droga?

Al otro lado de la barra una chica pelirroja mantiene un pulso de miradas con Tomás que, preso de su propio ego, acaba rindiéndose. El aire pierde esa densidad que parece haberse instalado alrededor de la escena y las luces de las farolas vuelven a vibrar.

- ¿Estás bien?

Chiara se da cuenta de que la pelirroja sigue allí, apoyada sobre la barra, ahora vacía, jugando con un mechero entre los dedos. Es azul con flores. La menorquina intenta buscar la mirada de la chica que la ha defendido hace un par de minutos. Tan segura y ahora tan tímida.

     -   Sí, gracias. De verdad. De éstos hay a patadas y empezaba a estar un poco agobiada ya.

La pelirroja sonríe, aún sin levantar la mirada. Un silencio se instala entre las dos, cómodo y cálido como la brisa que las rodea. ¿Quién eres? Chiara rompe el silencio a desgana, mas su cuerpo le pide hacer algo por la otra chica, para compensarla.

    -   Tienes pinta de que si te lo ofrezco te sabrá mal y lo rechazarás así que, i'm just doing it, te voy a invitar a un cubata. A no ser que seas abstemia o vayas pasadísima, no voy a aceptar un no.

La pelirroja parpadea un par de veces antes de dirigir su mirada a la otra chica, con vergüenza, como si fuera la primera vez que lo hace. No te mientas, llevas toda la noche mirando en su dirección. Arquea una ceja y suelta una pequeña risa.

     -   Supongo que no sirve de nada negarme. Pero con una condición.

     -  Lo que sea mientras me dejes agradecértelo.

Chiara se da cuenta de que se acaba de comprometer a todo. Todo lo que le pida. Y sus palabras le queman en el pecho, bailarinas desorientadas que impregnan su cuerpo de nervios y anticipación.

todo - kiviWhere stories live. Discover now