prólogo

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Nunca había sido nadie que llorase con facilidad. Siempre se había caracterizado por ser el fuerte de su grupo de amigos, aquel a quien todos acudían cuando necesitaban ayuda, cuando querían defenderse. Desde pequeño había puesto a los que quería por delante de todo, a veces incluso por delante de sí mismo, pero desde que llegó a Madrid había querido ser egoísta. Vivir para él.
La directora lo había llamado a su despacho. Sentía sus manos sudando en los bolsillos de su sudadera. Su respiración acelerándose y las paredes cada vez haciéndose más estrechas a su alrededor. Sabía lo que la llamada significaba. Sabía que era muy probable que lo hubiese conseguido. Cosa que confirmó al sentarse frente a ella y ver su sonrisa. Estaba dentro. Sólo había una plaza, y se la habían ofrecido a él, que tanto había trabajado, que casi sentía las yemas de sus dedos adormiladas por las teclas. Pudo respirar tranquilo. El espacio volviendo a su tamaño normal, la cara de la directora recuperando su nitidez, un nudo instalándose en su estómago cuando se acordó de todo lo que iba a perder. Todo lo que había construido. Lo que habían construido. Pensó en tener que dar la noticia. No sabía cómo se la iban a tomar sus amigos, cómo se la tomaría él. Deseaba no tener que comprobarlo. Simplemente decírselo a su madre, y huir.
Sus ojos le picaban y antes de que se diera cuenta ya caían lágrimas por sus mejillas. La directora levantada de su silla, tomando sus manos entre las suyas, sonriendo pensando que lloraba de la emoción y no de pensar en todo lo que iba a dejar por el camino. Quedarse no era una opción. No después de haber trabajado durante tanto tiempo. Después de haberse mudado de casa. Del sacrificio de sus padres. Ahora no podía hacer nada más que irse. Lo había logrado. Siempre supo que su paso por Madrid sería pasajero, pero nunca había imaginado el momento en el que tuviese que despedirse de verdad. En el que tuviese que decir adiós a todo lo que había ido ganando con los años.

Control de pasaportes. Gente. Ruido. Volver a España de forma definitiva nunca había entrado en sus planes.
No lo sentía como una derrota, tampoco como una decepción, porque era consciente de que volvía al sitio que lo vio crecer siendo mucho mejor que todo lo que había dejado allí ahora.
Volvía para hacer un favor a quienes se habían quedado. A quienes no habían sido capaces de conseguirlo, como él.
Volver a España no le daba miedo porque tenía una vida a la que volver si algo salía mal. Tenía un contrato con una discográfica. Tenía un grupo de amigos en Viena que, tal vez por su fama o tal vez porque de verdad lo apreciaban, nunca lo dejaban solo. Tenía contactos que nunca le permitirían desaprovechar su talento.
Ya había conseguido todo lo que se había propuesto. Ya tenía el dinero. Ya tenía la fama y el renombre. Lo que hiciese ahora daba igual. Lo sentía incluso una obra de caridad.
Lo que en su momento dejó aquí ya no tenía importancia.








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qué ganas tengo de q leáis esto!!!! esto es un prólogo para poneros en situación pero los próximos capítulos serán muuuucho más largos!
disclaimer q mi único conocimiento de música, conservatorios etc son los cuatro años q me hice de piano de pequeña, si hay algún músico con experiencia y hay muchas cosas sin sentido lo siento mucho por adelantado
mis tropes favoritas incluidas aquí!! segundas oportunidades, slow burn y mucho angst con un poco de serotonina por el subplot q van a tener los polvorones!! en fin q os guste muchoo, lo empezaré en cuanto acabe la otra
muakkk

anatomy of a fall - juantinWhere stories live. Discover now