Y una cosa llevó a la otra

Capítulo 6-Malas decisiones

La noche se me hizo muy larga. Estuve dando vueltas en mi cama y me dormía y me despertaba de manera aleatoria; me despertaba a cualquier hora de la madrugada, daba vueltas y volvía a dormir.

Me desperté no muy poco después de la última interrupción de mi sueño. Mei seguía dormida, y parecía que Amelia también lo estaba. Desayuné en silencio, ya que no quería despertar a nadie, cuando escuché varios toques en la puerta. Suspiré y fui a abrir con la duda de quién estaría al otro lado de la puerta, quién estaba despierto tan pronto un fin de semana, quién estaría tocando la puerta de mi casa.

Abrí y lo primero que vi fue a una chica que se me hacía familiar con pelo recogido, sudadera gris y pantalones anchos y negros, estaba claro que, sea quién sea, la había visto mejor vestida. Unos segundos después la identifiqué, era Rachell, la chica que conocí la noche del día anterior.

-Hola, ¿está Mei?

Me costó responder porque todavía seguía confusa por lo que hizo. Me costaba mirarle a la cara, me costaba hablar sobre ella y, seguramente, me costaría hablarle a la cara después de lo que hizo.

-Está dormida.-Por fin respondí.-¿Quieres pasar?

-¿Quieres que pase?

-Me da igual.

-Entonces vale.

Fue la conversación más incómoda que he tenido nunca. Se había plantado en mi casa, MI CASA, para preguntarme por Mei y luego entrar como si nada. Todo era extraño e incómodo.

-¿Cómo sabes dónde vivo?

Rachell rio un poco en bajo.

-Mei me lo dijo ayer, me dijo que me pasara hoy a la mañana para hablar con ella y, bueno, eso he hecho. También quería pedirle que te traiga ya que le caíste bien a todos y nos has parecido maja y todo eso.

Sonreí un poco.

-No tengo problema con volver a ir donde ayer con vosotros.

-¿Entonces vienes?

-Sí, si voy.- Asentí mientras me terminaba mi desayuno.

Durante un momento el silencio conquistó la sala, nadie hablaba sobre nada, solo nos mirábamos de vez en cuando exigiéndonos la una a la otra que alguna saque un tema de conversación.

-Bueno, eh...-Interrumpió Rachell el silencio.-¿Te acuerdas de algo de ayer?

Claro que me acordaba. ¿Cómo no lo olvidaría?, me habían besado, y encima mi mejor amiga que no veía desde hace cuatro años. Claro que no me había olvidado.

-Pues yo no me acuerdo de nada.-Mentí.

-No se te da bien mentir.-Detectó al instante mi mentira.- Bueno, yo no me acuerdo de nada. Solo recuerdo que estuvimos hablando Mei, Olivia y yo mientras tú estabas con Mateo, que Mei te...

La miré de tal manera que ella entendió que yo no quería seguir hablando del tema. Rachell carraspeó y miró hacia otro lado, arrepentida y entendiendo por qué no quería hablar de ello.

Y, otra vez, silencio. Comencé a escuchar pasos por el pasillo y bajé la mirada, no quería mirar a la persona que pensaba que se asomaría por la puerta.

-¿Por qué tanto silencio?-Se asomó Mei.-¿Rachell?

-Sí, soy yo.-Rio Rachell.

-¿Qué haces aquí?

-Me pediste que viniera, ¿recuerdas? Y también te quería pedir que traigas a Lia, aunque ayer ya ves como te pusiste.

-Cállate, idiota. Ven, pero no quiero que vuelvas a nombrar nada de lo que recuerdes de ayer.