La había leído más de una vez desde que empezó, con la única intención de descubrir quién de los dos no la estaba dejando morir, pero tan solo podía llegar a la conclusión de que era absurda por ambas partes. Cada mensaje tenía el potencial de ser el último, y de alguna manera ninguno lo había sido aún.

Tampoco eran continuos, pero sí lo suficientemente recurrentes como para que Louis hubiera empezado a reaccionar de cierta manera cada vez que su teléfono emitía algún sonido.

Sin embargo, logró contenerse de lanzarse directo al salón cuando, la tarde del domingo, escuchó que vibraba sobre el cristal de la mesa donde lo había abandonado. Inspiró hondo, terminó de preparar el café que tenía entre manos, y fingió olvidar llevarse el teléfono consigo cuando bajó con Clifford al descampado.

Era consciente de que tendría que pararlo en algún momento. Esos mensajes no iban a ninguna parte, y seguir pendiente a ellos no le servían para nada más que seguir alimentando la atracción —no solo física— que sentía hacia una persona con un anillo de compromiso alrededor del dedo.

Problemas del futuro, por ahora.

En el descampado se encontró con Lisa y Maple, y estuvo un rato charlando con ella mientras los animales descargaban energías correteando por ahí. El mensaje que había vibrado en su mesa se quedó haciendo ruido en el fondo de su mente todo el rato, y no fue una sorpresa para sí mismo cuando, al volver a casa, lo primero que hizo fue correr a por su teléfono sin molestarse en soltar nada. Tenía las llaves, el termo de café y la correa de Clifford todavía enredadas en la mano cuando lo leyó:

«Estoy yendo a tu casa».

Era Luke.

Un segundo después, sonó el timbre de su puerta. Clifford se revolucionó al instante, y él volvió a la entrada con todo en la mano, sacudiendose la ligera decepción del rostro antes de abrirle.

Luke le levantó una ceja al verle.

—¿A dónde ibas? —le preguntó, observando sus manos cargadas.

—A ningún lado.

—Mejor, porque traigo cerveza. —Levantó con orgullo una botella de un litro.

—¿Habíamos quedado? —preguntó, aceptando la cerveza a la par que soltaba el resto de las cosas que llevaba en las manos.

—No, es que estaba aburrido —dijo, agachándose para atender por fin a Clifford, que había empezado a hacer círculos nerviosos alrededor de sus piernas —. ¡Hola, criatura! —Tras rascarle un poco, le sacó una ramita seca de algún rizo en su cabeza—. Es un arbusto con patas.

—Ya —dijo—, le gusta pelearse con todos los que encuentra.

Luke rió un poco, incorporándose y palmeando su hombro mientras se hacía paso al interior.

—¿Un FIFA? —sugirió, ya sentándose en el sofá.

Louis exhaló una risa obvia.

—Pues claro.

. . .

Jugaron un par de partidas. Louis se coronó en todas sin mucho esfuerzo, y Luke aceptó su derrota soltando el mando sobre el sofá. La televisión pasó entonces a reproducir alguna serie, sirviendo como sonido de ambiente para acompañar sus típicas conversaciones triviales de los domingos de aburrimiento.

—Calvin iba a venir, pero le han llamado para cubrir una baja —dijo Luke, cerveza en mano—... Y Oli sigue con las oposiciones.

Louis resopló, sintiendo un tirón de nostalgia en el pecho.

Vegas LightsWhere stories live. Discover now