Ese es el final del evento.

Después de acompañar a todos fuera de la oficina, Dante se acerca a la ojiazul.

Después de acompañar a todos fuera de la oficina, Dante se acerca a la ojiazul

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Dante: Andrea, vamos. Te llevaré a tu habitación. Ya debería estar lista.

La rubia obedece. Se siente como una cosa. Un recipiente en el que dentro lleva el hijo de un mafioso. Nada más.

Baio el ceño fruncido del guardia, ambos salen de la oficina y se dirigen a las escaleras.

Dante la conduce a un dormitorio espacioso y muy confortable, en tonos beige claros, en la primera planta de la mansión. Es incluso más confortable que la que vivía cuando era rehén del millonario.

Dante: Ponte cómoda. Si necesitas algo, llama a Marina, nuestra nueva criada. Pronto iremos a la clínica para hacer algunas pruebas, una ecografía... te recetarán una dieta saludable y un régimen diario.

Andrea asiente como una autómata. No tiene de otra. Sólo porque firmó un papel muy importante.

Dante: ¿Cómo te sientes?

El mafioso pregunta y se acerca demasiado a la rubia, que contiene la respiración cuando los dedos masculinos tocan su barbilla. Muy. Muy suavemente.
Acariciando débilmente.

El pulso de Andrea se acelera, apenas puede mantenerse en pie. Porque su cuerpo se está convirtiendo en algodón.

Nuevamente Andrea se siente reducida a ser una cosa. Porque Dante tiene una prometida.

Ambos se miran en silencio. Dante es muy serio. La atraviesa con sus ojos negros. Al mismo tiempo, le acaricia los pómulos con el dedo.

Inconscientemente, Andrea sueña con que la abrace. Apretándola contra su pecho, disculpándose por ser grosero, besándole...

En esos instantes, Dante le parece una persona completamente diferente. ¿Acaso se ha olvidado lo que ese demonio quería
hacerle hace unas horas?

Andrea responde: estoy bien, pero estoy muy cansada.

Un escalofrío le recorre la espalda por su toque apenas
perceptible y cauteloso.

Dante retira la mano y da un paso atrás.

Con un tono gélido, la baja del cielo a la tierra: Llevas a mi heredero, así que tienes una gran responsabilidad, Andrea. Recuérdalo bien.

Andrea entiende el porqué de esa repentina amabilidad. Por el niño. Eso es todo.

Ella desvía la mirada hacia un lado, echando un vistazo a la habitación, distraída por dejar caer una lágrima. No quiere parecer débil ante él.

7 noches con el mafiosoOnde histórias criam vida. Descubra agora