10.- Al despertar

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Sin nada que hacer, se plantea salir del dormitorio, temiendo imaginar lo que le espera al otro lado de la puerta, pues cuando la llevaron a ese lugar... llevaba un vendaje en los ojos.

Todo lo que podía ver desde la ventana de la espaciosa habitación eran gruesos árboles y una alta valla.

Abajo se extiende un pintoresco jardín. Está claro que el lugar era caro y lujoso, pues el hombre que lo poseía era muy rico y estaba dotado de un poder inimaginable.

Andrea camina de puntillas hacia la puerta del dormitorio, cuando esta se abre de repente derribando casi a la joven.

Rápidamente, saltó  hacia un lado y ve a una mujer gorda con uniforme de sirvienta frente a ella.

La señora dice: Me llamo Juana, y trabajo para el señor como criada. Me han dicho que te alimente.

Andrea asiente y pregunta: ¿Cuándo volverá él?

Juana refunfuña mirándola de forma no del todo amistosa: No puedo saberlo, él no le rinde cuentas, es un hombre demasiado ocupado, tanto que no tiene un horario estricto. Puede que aparezca al día siguiente o que se vaya durante una semana.

Andrea: ¿Una semana? ¡Vaya!

La rubia piensa: Si desaparece ahora, ¿eso cuenta como el fin de nuestro trato? ¿O sólo cuentan las noches que tenemos sexo? Necesito saberlo...

Juana: Espera aquí, aún no puedes salir de la habitación. Tu anfitrión no te ha dado órdenes concretas, pero te ha advertido de que no eres realmente su invitado, sino un deudor...

Sin contestar, la ojizulnse dice en su mente: ¿Un deudor? ¡Oh, genial! Entonces puedo ser encerrada y mantenida como una prisionera.

Juana: Te traeré el desayuno, ahora vuelvo...

Juana cierra la puerta de golpe, confirmando sus palabras con hechos.

Al cabo de unos minutos, la mujer gorda vuelve con la bandeja y la deja sobre la mesa, y luego, sin decir nada más, sale corriendo de nuevo, haciendo clic en la cerradura.

Andrea tiene tanta hambre que podría comerse un elefante entero! Luego de la cantidad de estrés que ha sufrido, el apetito le ha vuelto.

La chica levantó la tapa de la bandeja de plata y comienza a comer con gusto.

El desayuno consistía en avena, tortitas de fresa y tostadas con queso, así como una gran taza de café.

Después de comer, Andrea acarició su barriga satisfecha, se sentía mucho mejor.

Entonces se levantó y miró a su alrededor. No le gustaba revisar las cosas de los demás, así que no se arriesgaría a buscar en las mesitas de noche y en la cómoda. además que seguramente debían haber muchas cámaras ahí.

Sin embargo, la chica abrió un armario en busca de ropa, pero estaba completamente vacío. Por lo demás, no había nada de interés que le llamara la atención.

Al menos había una televisión, por lo que Andrea se pasó la mayor parte del día mirando perezosamente los canales.

Más tarde, Juana le llevó la comida, y la joven continuó mirando la televisión hasta la noche.

7 noches con el mafiosoWhere stories live. Discover now