¿Arthemis?

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—Solo es una niña.— era una voz femenina

—No soy solo una niña, soy Arthemis.— hablé.

—Cada vez tengo más claro que no quiero niños.— añadió un hombre

...

El paisaje cambió a una sala de interrogaciones blanca. Constaba de 2 ventanas, una en frente la otra, una mesa y una silla y por último donde me miraban una especie de científicos.

—Bien, las pruebas han comenzado. ¿Cuáles son las respuestas correctas?— preguntó alguien por los altavoces.

Miré un folio delante de mi, en la mesa. El papel tenía varias preguntas sobre química y biología. Era tipo text.

—1A , 2C, 3C, 4B y 5A.—contesté

—Pruebas transcurridas con existo.

...

Volvió a cambiar el escenario. Estaba atada en una cama por más que me movía no podía huir.

—Ya sé que duele, es por el bien de la salud del mundo mi niña... Por nuestra salud...— no podía ver su cara.

Pude ver como pataleaba y chillaba desgarradamente en primera persona cuando me inyectaban algo en el brazo.

...

Coge la cura ¡COGE LA CURA!

Sonaba en mi cabeza y podía ver las imágenes de unos tubos con un líquido azul dentro de él.

...

Vi a un chico de pelo negro caer a el suelo.

Vi al mismo chico huyendo de un bicho gigante.

Lo vi por las rejas de un conducto de ventilación.

Lo vi agarrado por una chica casi desmayado.

Y por último a él celebrando algo.

...

—Recuerda mi vida: te llamas Arthemis, tienes 17 años, vives con €#*£{&1@¥— mi cerebro censuró su nombre —, cumples el dos de febrero y defiende a más no poder cada pequeño pensamiento de tu cabeza.

...

—Verducha, verducha ¡verducha!— Newt me agitaba en mi cama.

—¡Me llamo Arthemis, tengo 16 años y cumplo el dos de febrero!— mi corazón iba a mil, me agarré el pecho con una de mis manos.—. Joder que puto susto...

—Bienvenida al Claro Arthemis— habló con una sonrisa—. Ven, vamos.

—¿Ahora quién es el que no tiene sueño?— me senté en la cama y me crují la espalda.— ¿Tenéis peine?— me miró con cara de no saber de lo que hablaba.— ¿Un cepillo?— frunció el ceño confundido.— ¿Nada con lo que me pueda peinar?

Negó con la cabeza lentamente.

Suspiré.

—¿No hay jabalís aquí?— pregunté.

La cura de algo incurable-NewtWhere stories live. Discover now