CAPÍTULO 24 ➤ Desesperación y tiempos de angustia.

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¿Cuánto tiempo habíamos estado aquí? Perdí la noción del tiempo hace mucho tiempo. ¿Quizás un día completo? Podría haber sido aún más, pero en este oscuro laberinto subterráneo, el tiempo empezó a desfigurarse.

El eco de nuestras pisadas resonaba en el túnel mientras avanzábamos silenciosamente a través de un túnel de roca y piedra, Bell sostenía la linterna que le había entregado para que iluminara nuestro camino.

«Quiero ver la luz del sol», lloré internamente.

Habíamos logrado sobrevivir a aquella explosión de fuego, a pesar de que habíamos estado tan cerca. Este catastrófico incidente nos sirvió como distracción, ya que después logramos huir y escondernos exitosamente de los monstruos que nos estaban cazando.

Mirando las ligeras quemaduras en mis manos, estuve agradecido con esta manta de Salamandra por habernos protegido del fuego. Si no hubiéramos tenido esto, de seguro ya fuéramos pollo rostizado.

Una gota de sudor se resbaló por mi rostro cubierto de polvo, los cortes que cubrían mi cabeza finalmente se habían cerrado, y la sangre seca cubría mis mejillas. Sentí la sequedad en mi garganta y un ligero mareo.

Lily caminaba a mi lado, escuché su respiración agitada mientras ella se apoyaba momentáneamente en mí para caminar.

—Lo siento, Dylan... —murmuró ella, sus palabras fueron interrumpidas por sus jadeos—. Si quieres, puedo intentar caminar sola.

—No te preocupes —contesté.

Pude ver su sufrimiento, ella estaba afligida, su rostro estaba empapado de sudor mientras se apoyaba en mí para caminar. Aunque no mostrara heridas físicas, su expresión me indicaba que ella había sido la más afectada, mentalmente, durante nuestra huida.

Además, su enorme mochila estaba destrozada y habíamos perdido un gran número de pociones y Piedras Mágicas. Sin embargo, no importara lo que le dijera, se reusaba a abandonar su mochila.

«Que terca es esta chica —pensé mientras la observaba, recordando todo lo que habíamos pasado desde que Bell me la presentó por primera vez—, pero no la culpo». 

Solté un quejido de dolor y Lily levantó la mirada.

—¿E-estas bien? —preguntó con evidente preocupación.

—Si, no fue nada —mentí, tratando de soportar el dolor.

Mi hombro izquierdo estaba lesionado y Lily improvisó un cabestrillo con unas vendas que tenía en su mochila para que pudiera descansar el brazo.

Por otro lado, una de las piernas de Welf había sido aplastada en el derrumbe del Piso 13, por lo que estaba vendada. Caminar por su cuenta era imposible, así que Bell se encargaba de ayudarlo.

Bell se volteó hacia atrás, asegurándose de que todos estuviéramos bien.

—Lily, ¿qué nos queda? —preguntó el chico.

—Cuatro pociones y dos antídotos —contestó Lily, con la mirada perdida.

—La cantimplora está a la mitad —añadí, revelando que nuestra reserva de agua se estaba agotando.

Sabíamos que salir de los Pisos Centrales iba a ser casi imposible para nosotros. El hecho de que no teníamos la fuerza física necesaria para avanzar era un problema, y no solo eso, la herida de Welf suponía un grave obstáculo.

Todo indicaba que sobrevivir en los Pisos Centrales se había vuelto mucho más difícil.

Por un momento, levanté la mirada hacia las luces del techo y apenas pude distinguir los agujeros en el techo mientras seguíamos adelante.

¿Está bien tener armas modernas en un mundo de fantasía?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora