Capitulo 1: Llegada a México

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Kobe Takeo estaba emocionado. Por fin había cumplido su sueño de viajar a México, el país que tanto admiraba desde que era un niño. Había ahorrado todo lo que pudo durante sus años de universidad, estudiando español y varias lenguas indígenas, como el náhuatl, el maya y el zapoteco. Su pasión por la cultura mexicana lo había llevado a leer libros, ver películas, escuchar música y aprender modismos de ese país. Se sentía más mexicano que japonés, y estaba dispuesto a demostrarlo.

Llegó al aeropuerto de la Ciudad de México con una gran sonrisa en su rostro. Llevaba una maleta con lo esencial, una mochila con su laptop y una cámara, y una gorra con la bandera de México. Se puso unos lentes de sol y se dirigió a la salida, donde lo esperaba un taxi que había reservado por internet.

-Hola, amigo. ¿A dónde te llevo? -le preguntó el taxista, un hombre moreno y robusto, con bigote y sombrero.

-Hola, carnal. Llévame al hotel más chingón que haya en el Ecatepec, por favor -respondió Kobe, usando su mejor acento mexicano.

-¿Ecatepec? ¿Estás seguro? Ese lugar es muy peligroso, güey. Hay mucha delincuencia, violencia y pobreza. Te recomiendo que te quedes en el centro, o en alguna zona más tranquila.

-No, no. Yo quiero conocer el verdadero México, el de la gente humilde y trabajadora, el de la fiesta y el sabor. No me importa el peligro, yo soy un macho alfa lomo plateado. Además, tengo un seguro de vida muy bueno, jaja.

-Bueno, como quieras. Es tu vida, y tu dinero. Pero no digas que no te advertí. Vamos, pues.El taxista arrancó el coche y se incorporó al tráfico. Kobe se asomó por la ventana y observó con fascinación el paisaje urbano. Veía edificios, comercios, carteles, grafitis, gente, autos, motos, bicis, perros, basura, y todo tipo de cosas. Le parecía un caos maravilloso, lleno de color y vida.

 Sacó su cámara y empezó a tomar fotos, sin importarle si le robaban la atención o el equipo.

-¿Qué haces, güey? No saques la cámara así, te la van a quitar. Guarda eso, y mejor ponte el cinturón. Aquí no hay reglas de tránsito, y los accidentes son muy comunes.

-No te preocupes, compa. Yo sé cuidarme. Y no me voy a perder esta oportunidad de capturar la esencia de México. Mira, qué bonito se ve el sol, y las nubes, y las montañas. Y mira, qué lindo ese mural, y esa iglesia, y ese mercado. Y mira, qué chula esa chica, y esa otra, y esa otra. ¡Ay, caramba, qué mujeres tan hermosas hay aquí!

-Sí, sí, muy bonito todo. Pero no te confíes, güey. Aquí hay mucha gente mala, que no le importa nada más que el dinero. Te pueden asaltar, secuestrar, extorsionar, o matar, por cualquier cosa. Y no te fíes de las mujeres, tampoco. Muchas son unas interesadas, que solo quieren sacarte la lana, o que te metas en problemas con sus novios, o sus maridos, o sus padres, o sus hermanos, o sus primos, o sus tíos, o sus abuelos, o sus vecinos, o sus amigos, o sus enemigos, o sus...

-Ya, ya, ya. No seas tan negativo, güey. No todos son así. Yo creo que hay gente buena, y honesta, y noble, y generosa, y amable, y simpática, y divertida, y alegre, y...

-Ya, ya, ya. No seas tan ingenuo, güey. No todos son así. Yo creo que hay gente mala, y corrupta, y cruel, y egoísta, y grosera, y aburrida, y triste, y...

Los dos siguieron discutiendo, sin ponerse de acuerdo. Kobe seguía sacando fotos, y el taxista seguía manejando, esquivando baches, semáforos, y otros vehículos. Así pasaron una hora, hasta que llegaron al Ecatepec, el municipio más poblado y peligroso del Estado de México.

-Aquí estamos, güey. Este es el hotel más chingón que hay en el Ecatepec. El Gran Hotel Ecatepec. Tiene cuatro estrellas, y cuesta mil pesos la noche. ¿Te parece bien?

-Sí, sí, me parece perfecto. Gracias, carnal. ¿Cuánto te debo?

-Pues, el viaje te salió en quinientos pesos, pero como eres mi amigo, te lo dejo en cuatrocientos. ¿Qué dices?

-Claro, claro. Aquí tienes, cuatrocientos pesos. Y toma, cien más, de propina. Eres un buen tipo, y me caes bien.

-Gracias, güey. Eres muy generoso, y me caes bien. Pero no seas tan tonto, güey. No andes regalando tu dinero así, que te lo van a quitar. Y cuidado con el hotel, güey. No es tan chingón como parece. Tiene cucarachas, chinches, ratas, y otras cosas peores. Y los empleados son unos rateros, y los huéspedes son unos drogadictos, y los dueños son unos mafiosos. Y no salgas de noche, güey. Hay mucha violencia, y muchos asesinatos, y muchos fantasmas, y muchos demonios. Y...

-Ya, ya, ya. No te preocupes, compa. Yo sé cuidarme. Y no le tengo miedo a nada, ni a nadie. Soy un aventurero, y un explorador, y un héroe. Y voy a vivir la mejor experiencia de mi vida, en el mejor país del mundo. México, lindo y querido. ¡Viva México, cabrones!Kobe se bajó del taxi, y entró al hotel, con su maleta, su mochila, su gorra, sus lentes, y su cámara. El taxista lo vio alejarse, y sacudió la cabeza, con una mezcla de lástima y admiración.

-Pobre güey. No sabe lo que le espera. Ojalá que no le pase nada malo. O que si le pasa, que se lo merezca. Bueno, ya me voy. A ver si encuentro otro cliente tan loco como él. O mejor, uno más cuerdo, y más rico.

El taxista arrancó el coche, y se fue. Kobe se quedó solo, frente al hotel. No sabía que esa sería la última vez que vería el mundo que conocía. No sabía que esa sería la última vez que vería el mundo real. No sabía que esa sería la última vez que vería el mundo.

 No sabía que esa sería la última vez que vería el mundo

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⏰ Última actualización: Dec 26, 2023 ⏰

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Kobe Takeo: Un Isekai poco convencionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora