Emmy es solo una chica que pasa desilusión tras desilusión en lo que respecta al amor, una mudanza en el pico más alto de su vida según ella, y la mala suerte de haberse topado con la gente equivocada en su niñez.
Por otro lado tienes a Luka, quien...
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Me visto rápidamente, me calzo los zapatos a toda prisa y salgo hacia la sala de estar, deteniéndome en el pasillo oscuro para escuchar la conversación sin ser visto.
Prefiero asegurarme de lo que oí antes que hacer un papelón.
Las voces resuenan, y el nudo en mi estómago se intensifica al escuchar la gravedad en la voz de mi padre. Siempre hablando en su idioma nativo.
Respiro hondo, sintiendo cómo la ansiedad crece. No tengo ni puta idea de la razón por la que está acá; pero, algo muy dentro de mí espera que no sea por todo lo que ha sucedido en estos últimos meses.
—Dios, es que te juro que no lo entiendo. Hago todo por él, y lo único que le pido a cambio es que se prepare para hacerse cargo de la empresa en el futuro.
¿Todo por mí? ¿Maltratarme a mí y a mamá?
¿Hacer como si tu hija no existiera?
Un padre ejemplar.
—No puedes culparlo, es solo un adolescente.
—Es un inútil —admite mi padre con desdén.
—Lorenzo, es tu hijo —le recrimina mi tía con firmeza.
—Sí, pero, ¿sabes quién más es mi hijo? Y estoy seguro de que él no me complicaría la vida como lo hace Luka —afirma mi padre, como insinuando algo más con su pregunta.
Un pequeño silencio yace en el ambiente.
—Deberías relajarte, no es para tanto.
—De no ser por ese estúpido matrimonio, hubiera tenido el camino libre. No necesito dos hijos que son como piedras en mi zapato; una me abandona y el otro es un rebelde sin causa —se queja él.
Si es por mí, puedes tomarte un vuelo directo al infierno.
—Ya... Lorenzo, no es el fin del mundo, todo tiene solución —lo reconforta ella.
—Fran, ¿estás segura de que no hay nadie más en casa?
—Tranquilo... Marco dijo que salía con sus amigos y Luka debe estar con su amiga..
¿De que hablan para que necesiten estar tan solos?
Doy un paso adelante, acercándome más hacia la luz, más hacia la sala de estar; lo hago de forma lenta y trato de no hacer ruido.
—¿Amiga? ¿Qué clase de amiga?
—Lorenzo por favor, esto no es a lo que vinimos...
Frunzo el ceño, y siento que algo va mal; cada palabra es como escuchar algo que no debería, como si fuera prohibido.
—Franchesca...
—No lo entiendes, Lorenzo. Hemos esperado este momento toda nuestra vida, y por fin podemos hacerlo —lo interrumpe mi tía, su voz ahora con un tono extraño.
