Capitulo Uno

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En un suspiro encerré toda la impotencia que había llevado conmigo durante todo el día. Y luego lo solté con todas mis fuerzas. Mi cabeza estaba puesta en otro lado, y en tratar de que mis pasos no levantaran tanta agua al pisar para no mojar las bastas de mi pantalón y mis botas. Había dicho que solo se trataba de hoy, pero sinceramente esto era algo más.

Era aquella sensación agobiante de no saber lo que vendría en mi futuro, y que todo dependía de lo que estuviera haciendo hoy —¿Que era lo que estaba haciendo?—Maldición que no estaba haciendo nada aunque lo intentara todo.

Divagando en mis pensamientos, sin mirar el cambio de luces del semáforo solo seguí al tumulto de gente que avanzaba sobre una de las tantas vías principales de esta ciudad.  Pocos pasos me faltaron para huir de las gotas que empezaron a caer. Este inicio de año el invierno se había prolongado.

La ancha entrada de la estación de trenes que se encontraba justo al frente al cruzar el paso peatonal refugiaba a una gran cantidad de gente. Mientras yo solo seguía la misma rutina de siempre.

Estos últimos días había intentado conseguir trabajo, pero no había obtenido ni una sola entrevista desde que obtuve mi título. No es que no hubiese trabajado antes, solo que no había ejercido ni un puesto que a mi carrera concerniera. Nadie había dicho que sería fácil, sin embargo nunca se está preparado para enfrentar la realidad.

Hora pico [1] . El tren estaba tan abarrotado como de costumbre. El desagradable olor a sudor que se concentraba en la cabina era inhumano, temía que ya hasta estuviera impregnado en mi ropa.

Abrace mi bolso sobre mi estómago. Era ya costumbre cuidar mis pertenencias en un lugar tan lleno. Había caminado tanto, que mis pies estaban a acalambrados. Y la presión que ejercía sobre ellos para mantener el equilibrio mientras el tren estaba en movimiento lo hacían peor.

Clarity Press News, también conocido como CP News una de las empresas de periodismo más grandes. Parecía inalcanzable ante mi, una de los tantos egresados de la facultad de periodismo que recién salían a competir laboralmente.

Hoy había iniciaba el plazo para llevar hojas de vida, pero la cantidad de personas que había allí siendo el primer día, hacían que mis esperanzas fueran casi nulas. En tal caso, había impreso más copias para llevar a otras empresas más pequeñas.

Estaba casi cerca de llegar a mi edificio. Pero hice una parada en el café de la esquina, era una pequeña alteración de mi rutina que a veces tomaba, cuando el día no había sido bueno, o al menos no lo habitual.

Me senté en una de las mesas más pequeñas, la de dos personas al final del local. E inmediatamente moví mis pies en forma circular buscando destensar un poco mis tobillos.

Estaba en un café, pero no precisamente para tomar café. Odiaba el sabor amargo tanto como cuando era niña, dicen que el paladar cambia una vez creces, sin embargo aquello no había cambiado, prefería mil veces una taza de chocolate caliente. Pues a mis 23 años aún seguía odiando la cebolla, o el guiso sobre el arroz.

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