Capitulo 4 - La noche en la que nos conocimos -

14 3 0
                                    

¿A qué se reduce el tiempo?¿Cómo lo valoramos?

Un momento, un instante, un soplo. Una eternidad.

Podemos percibir el mismo tiempo con diferente celeridad.

Una noche. ¿Cuánto da de sí una noche?

Toda una vida.

Querida extraña

-La noche en la que nos conocimos-

Mis ojos miraron a un lado ya otro, encontrando la misma negra en ambos lugares. Intentaba situarme, registrando las oficinas, pero dudaba mucho que aquello estuviera igual tras el desastre. Apenas quedaba piedra sobre piedra.

Atrapada bajo las ruinas del edificio, a oscuras, confusa y sintiéndome perdida, me hubiera sentido terriblemente asustada de no ser por Minji. Su clara voz, dulce y templada había llegado a mí en el momento oportuno, tranquilizando mi angustia.

Aquella chica me había proporcionado su falda como almohada y su mano sana acariciaba mi cabeza distraídamente. Era un gesto cariñoso y agradable. No sabía por qué lo hacía. Quizás fuese madre y la maniobra fuese natural para ella, una costumbre. Puede que simplemente me confunda con su perro. O a lo mejor, Minji estaba tan asustada como yo, y cuidar de mí era su modo de combatir el miedo. Todos resultamos más valientes en compañía. Quizás ella me necesitaba tanto como yo a ella. Fuera como fuese, me agradaban sus caricias. Cerré los ojos y las disfruté lo máximo que la situación me permitía.

Minji no hablaba mucho. No creo que fuese desconfianza hacia mí, simplemente era su naturaleza. De todos modos de qué se podía hablar en escenarios así. ¿Del tiempo?

Normalmente me gusta conversar, pero creo que prefería que Minji fuese así. Parte de la razón era ese molesto y agudo dolor de cabeza que parecía agravarse a cada minuto, me costaba concentrarme y me asaltaban náuseas de vez en cuando. La otra razón, aún intentó explicármela. Me agradaba esa serenidad que desprendían sus silencios, tímidos, pero atentos.

Tomé aire y lo solté lentamente en un suspiro. No le pregunté si sabía qué había pasado, qué había sido aquella arrolladora explosión. Sabía que ella estaba tan perdida como yo al respecto. Ella tampoco preguntó.

"Bora" exclamó de repente Minji, despertándome de ese trance soñoliento en el que estaba cayendo. "Estás herida" dijo alarmada tanteando mi frente con los dedos. Tuve que concentrarme para sentir a través de su tacto los bordes de una herida sangrante. Con toda la mugre que nos rodeaba y pegaba al cuerpo, no me había dado cuenta que efectivamente tenía medio rostro y parte de mi cabello empapados de esa sustancia pegajosa y cálida. No era extraño que me doliese tanto la cabeza, pues. Minji no tardó en presionar un trozo de tela sobre la herida. "Tranquila, te pondrás bien. Seguro que los equipos de rescate están a punto de llegar" me comentó como si leyera el guión de una película.. Lo cierto es que no me preocupaba mucho mi estado, así que estaba extrañamente tranquila, de eso no tenía que preocuparse. Mi conciencia iba y venía como si me hubiera tomado unas copas de más, pero estaba más o menos bien. Lo del equipo de rescate no lo tenía tan claro. ¿Y si nos hubieran dado por muertas? A fin de cuentas, no es habitual sobrevivir a un edificio de seis plantas desplomándose sobre ti.

Intuyendo mi desánimo, Minji presionó un poco más fuerte sobre la herida en mi cabeza, dolió un poco. "Saldremos de aquí" me susurró. Sentí su fortaleza y su esperanza. Sonaba una promesa. Cerré los ojos y sonreí levemente.

Arropada en el regazo de aquella persona me sentí más segura. Casi podía creer aquellas palabras. "Um" asentí.

"¿Minji?" Pregunté para llamar su atención.

"¿Si?" Obtuve como respuesta.

"¿Cómo eres?" Le pregunté curiosa. Su reacción fue la que esperaba "¿Cómo soy?" escuché su confusa voz insólita ante la cuestión.

"Si, ¿cómo eres?. ¿Eres alta, baja, regordeta, delgada...? ¿Qué edad tienes? ¿De qué color es tu pelo? ¿Qué te gusta hacer? ¿En qué trabajas? Esas cosas. Me gustaría saber más de ti. Ahora somos amigas ¿verdad?" solté de un tirón."Háblame de ti" le pedí. Me moría de curiosidad. Me frustraba no poder ver a mi extraño ángel de la guardia. Además, era una buena forma de pasar el tiempo.

"Amigas" repitió Minji la palabra, tan suavemente que no la hubiera oído de no ser por el terrible silencio del lugar. Parecía saborear aquellos sílabos como si acabara de descubrir su existencia.

"Umm" pensó en voz alta como presentar "Tengo 21 años" se puso dubitativa. "Ey, yo también" no pude evitar interrumpir. "¿En serio?" se sorprendió ella. "Sip" exclamé contento, me alegraba aquella coincidencia, me hacía sentirme más cercano a ella.

"De aspecto no soy nada especial. Ni gruesa ni flaca" prosiguió vagamente. No hacía falta ser un genio para saber que hablar de su aspecto la incomodaba. "Mido 1'67. Rubia. Eh... Estoy estudiando magisterio, quiero especializarme en educación infantil", dijo haciendo una pausa. Yo intentaba visualizarla con todos aquellos datos. Minji realmente era una persona interesante, era obvio que tenía buen corazón.

"¿1'67?" Volví a interrumpir asombrada, eso era remarcable en el país. Me removí intentando encararla y el gesto me arrancó un gemido. Minji me regañó recostando mi cabeza de nuevo en una posición más cómoda. Me disculpé soltando unas risas. Lo que era seguro es que Minji tenía un instinto maternal adorable. Sería una gran maestra.

"¿Entonces te gustan los niños?" Le pregunté. Ella me respondió al poco "¿A ti no?"

Fruncí el ceño ante la pregunta "Bueno, sí me gusta, pero no sé si sería capaz de criar a uno. Soy la pequeña de la familia, siempre he estado al otro lado" le ofrecí yo también información sobre mí.

"Estoy convencida de que lo harías bien" sonó la cálida respuesta de Minji. Sentí como mi pecho se llenaba de cariño ante el voto de confianza.

De repente tuve el impulso, alcé torpemente mi mano libre y la llevé alto y atrás. "Déjame verte" susurré buscando su rostro. La posición no era cómoda, el resto de mi cuerpo, atrapado, dificultaba mis movimientos. Comprendiendo mi intención, Minji soltó el paño de mi frente y tomó mi mano en la suya cuidadosamente, luego se inclinó facilitandome alcanzarla acompañando mi mano a su mejilla. Note su fina mandíbula y suave barbilla. Minji soltó mi mano y proseguí esculpiéndola por mi cuenta. Sus mejillas eran cálidas y su nariz pequeña y algo respingona. Sus cejas se relajaron en una expresión de serenidad mientras tomaba confianza. Sus labios eran más bien carnosos y se torcieron en una tímida sonrisa cuando pasó sobre ellos. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, algo se removió en mi interior. Aquella imagen que se creó en mi mente, la Minji que dibujé a partir de aquellos rasgos que sentí con mis dedos, era más nítida y real que ninguna fotografía que haya visto jamás y por los cielos, me pareció la chica más sublime del planeta.

Entonces lo supe.

Mis entrañas me susurraron la respuesta a una pregunta que no conocía, que había olvidado.

Aún habitaba ilusión en mi interior, una esperanza...

amor

CONTINUARÁ...

Querida ExtrañaWhere stories live. Discover now