Capítulo 37 (ESPECIAL)

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—Es solo una excusa tonta, cariño. El amor que le das es más que suficiente, que no lo sepas expresar no quiere decir que no lo sientas y que deba reemplazarte por otra persona. Él te acepta, bebe, pero te niegas a reconocer esa parte buena que tienes, Black. Eres un chico afortunado, tienes una familia que te adora y hace todo por ti. No te de miedo amar, si eso te hace feliz es lo único que importa. No le debes tener miedo a nada.

—No sé cómo amar, madre —empiezo a llorar desesperadamente. Ella me acobija en sus brazos y siento su calor como si fuera real.

—Esto es amar, Black. Amar es reírte, llorar, disfrutar de los momentos y aprender a valorar lo que posees. —Apoyo la cabeza en sus piernas y me dejo acariciar, ella enreda sus dedos en mi cabello y me hace sentir mucho mejor.

—Es sentirse una mierda —confieso con las lágrimas aun en mis mejillas.

—Cariño, eres importante para todos. Solo necesitas abrirte al mundo y eso sí, sin dejar de ser lo que eres —opina mi madre.

— ¿Ya se acabo mi sueño? —me levanto y ella asiente.

—Los sueños son reales, Black. Porque siempre estarán en tu corazón. Yo siempre estaré contigo, no le temas a la soledad.

Mi sueño termina así. Me levanto sudado y tengo lágrimas en el rostro. Aun siento la presencia de mi madre. A veces es difícil separarme de ella y por más que intente dejarla descansar en paz, aparece en mi memoria y le suplico que me ayude con mis problemas personales.

No ser abierto al mundo es difícil, huyo de todo sentimiento y cursilería. Me cuesta expresar mis sentimientos, emociones, estados de ánimo y no sé si algún día llegase a ocurrirme un milagro para poder hacerlo con mayor facilidad.

Me quedo despierto por un buen rato pensando en cosas. Cuando uno se acostumbra estar con alguien, la separación es bastante dolorosa. Conozco a Samuel desde los ocho años de edad y jamás nos habíamos separado tanto tiempo; por ello me afecta terriblemente y no dejo de pensar en los bellos momentos que tuvimos juntos. El día en que lo conocí, los llantos, las risas, las bromas pesadas hacia los profesores, el momento en que decidí amarlo. Se siente bien amarlo, saber que te quiere como eres y sin importar los errores que uno tenga.

Sam es el almíbar de la fresa, las mañanas soleadas, los cantos señoriales que producen los arboles, el viento mismo, la potencia de mi alma y el encanto de mi sonrisa profunda. Extrañarlo es poco lo que siento por él en este momento, quisiera tener su calor, escuchar sus estúpidas anécdotas, continuar durmiendo y que me acaricie el cabello, burlarme de su peinado ridículo "sumo" y sentir que siempre estará conmigo a pesar de todo.

Me falta el aire si no estoy con él, las estrellas no brillan, las mañanas son aburridas y la rutina solo consiste en comer, dibujar y ver televisión mientras me hundo en el interior. Todo es Sam para mí, cada cosa que toco me recuerda a él, cada paso que doy se me viene a la mente esa bella sonrisa, ese cabello rubio largo que tanto amo. Escucho música y de inmediato pienso en él, no puedo caminar por las calles mirando hacia el suelo sino a todos lados a ver si esta cerca de mí. Todo me recuerda a Sam, absolutamente todo.

Cuando se pierde a alguien, entonces nos damos cuenta la enorme falta que nos hace, pues nos quejamos al estar con esa persona, pero al momento de la soledad, vemos el mundo desde otra perspectiva y asimilamos lo que hemos hecho durante todo este tiempo. Si llegase a recuperarlo, juro que no lo suelto jamás.

Hundiéndome con la música de fondo del cuarto de al lado, es decir, el de Vinz, quien amanece inspirado, no me apetece salir de mi cuarto y prefiero llorar y sufrir en silencio. Tiene un espíritu abrumador, hace que la felicidad se vea interesante. Ahora comprendo a Vinz, de una manera que no vi antes, se que tiene problemas para adaptarse a nosotros, no emocionalmente, ni tampoco introversión, sino el tema de herirlo como lo hizo su padrastro. Para él es difícil superar esa etapa.

Black & Sam © (BORRADOR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora