Capítulo 2

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¿Se lo contaba o mejor no? ¿Le decía que había robado un par de carteras u omitía el detalle? Esas dos preguntas no dejaban de deambular en la cabeza de la joven ladro­na. Debía resolverlas antes de plantarse delante de Gio­vanni para decirle que había efectuado correctamente la entrega.

Nina se mantenía a su lado, aunque en completo si­lencio.

Desde la pequeña disputa en el parque ninguna de las dos había dado el brazo a torcer, y tampoco lo harían, pues el orgullo era un enemigo difícil de combatir.

Se dirigieron escaleras arriba hasta su despacho. Auro­ra mantenía las manos escondidas en el interior de los bolsillos, temiendo que alguien descubriera lo que había hecho y se lo contara a su jefe. Empezó a negar con la ca­beza; se lo diría ella, nadie más. No permitiría que su ver­sión de la historia se viera manchada con mentiras que empeoraran la situación. Le haría ver de lo que era capaz además de demostrarle que, si desarrollaba esa agilidad singular que residía en sus manos dormidas, podría pro­ponerse objetivos más ambiciosos, convertirse en algo más que en una simple carterista; tal vez en una ladrona que dominara a la perfección el arte del hurto. Ese pensa­miento inocente provocó que una fuerte emoción la atra­vesara.

—¿Entras conmigo? —preguntó Aurora girándose ha­cia su amiga.

—Nos ha mandado a las dos. —Se encogió de hombros haciéndole ver lo evidente. Tenía claro que no se manten­dría al margen si su tío descubría lo que había pasado en el metro.

Aurora golpeó la madera con los nudillos y esperó unos segundos antes de que la áspera voz del capo se de­jara oír desde el interior para que pasaran. Abrió la puer­ta con delicadeza, aunque mostrando una seguridad de la que Giovanni se percató al instante. Este dejó de prestar atención a los documentos que descansaban en la mesa e, inclinándose en la silla, empezó a retorcer la pluma de oro que sujetaba en la mano, como si no tuviera nada mejor que hacer.

—¿Ocurre algo? —preguntó aclarándose la garganta mientras observaba a las dos muchachas.

—Veníamos a decirte que el paquete se ha entregado correctamente y que he robado dos carteras en el metro. ¿Que eso no es nada? Es lo más probable, pero he intro­ducido la mano sin que apenas lo notaran —murmu­ró con una firmeza que dejó atónito al jefe de la Stella Nera—. Para que veas que puedo hacer algo más que en­tregar y recoger paquetes, y que sigues manteniéndome en el banquillo cuando podrías aprovechar todas mis habili­dades.

En aquel momento Aurora se estaba ofreciendo en una bonita bandeja de plata para que Giovanni se replanteara las tareas que le asignaba. Ella quería fuego y adrenalina, acción. Sin embargo, no acababa de comprender que lo que Giovanni temía no era que no pudiera salir viva de las misiones, sino que su egocentrismo y su carácter indo­mable hicieran que todo el equipo acabara pagando sus actos.

—¿Dos carteras?

—Antes de que me demuestres lo enfadado que estás, piénsalo, ¿de acuerdo? Llevo aquí ocho largos años en los que no he hecho nada salvo entrenar y dominar todas las técnicas que me has enseñado. Me has convertido en una máquina capaz de acabar con el mundo, pero sigo encerrada y con las manos atadas a la espalda. Las he robado —dijo poniendo las carteras sobre la mesa— porque quiero que sepas que no tengo miedo y que puedo hacer cualquier cosa que me proponga. —Giovanni se estaba conteniendo y no podía dejar de contemplar esas dos piedras preciosas que tenía en la mirada—. Te aprecio, Giovanni, y te doy las gracias por haberme traído hasta aquí, pero recapacita an­tes de que tome la decisión de marcharme y de que no nos volvamos a ver.

Sin atreverse a intervenir, Nina atendió a cada palabra que salía de la boca de su compañera, palabras que nunca habría imaginado que fuera a decir. Se hizo a un lado de­jando que Aurora saliera de la estancia con el punto final todavía revoloteando por el aire. Podía notar la conmoción en el rostro de su tío, pues lo había dejado perplejo y con una máscara de seriedad enganchada a la piel. ¿Qué había sido todo aquello? ¿Qué acababa de decir? ¿Mar­charse?

Ladrona de guante negro (Trilogía Stella Nera, 1)Where stories live. Discover now