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Jisoo se acomodó el suéter y soltó un suspiro. A través del cristal, podía ver las gotas cayendo continuamente, mientras formaban largos charcos en las calles.

—El clima es horrible, ¿no lo crees?

—Seúl siempre ha sido así, bebé.

Dirigió su atención hacia la mesa de al lado, donde una mujer y su pequeño hijo esperaban su comida. Desde que había llegado a Seúl hace un par de días, pasaba las tardes en ese restaurante. Siempre pedía un vaso de agua y miraba por los grandes ventanales con la esperanza de que pronto saliera el sol.

Un plato fue dejado en su mesa y Jisoo frunció el ceño, confundido.

—Yo no ordené nad...

—Siempre vienes y pides un vaso de agua. Ese cuerpo delgado me dice que no comes bien.

Levantó la mirada y sus ojos se encontraron con un chico de tez apiñonada. Los cabellos le caían sobre los ojos y una amplia sonrisa adornaba su rostro.

"Seokmin" leyó en la etiqueta de su uniforme.

《Lindo nombre》pensó.

Miró el baguette y su estómago rugió con fuerza. No recordaba cuándo había tenido su última comida decente, pero sabía que probablemente no tendría otra así en días y posiblemente semanas.

Comió como nunca antes lo había hecho y a los pocos minutos terminó, sintiéndose satisfecho.

Poco antes de marcharse —y seguir en su búsqueda de trabajo—, miró a Seokmin, quien atendía una larga fila de clientes.

《Creo que es mejor que vuelva en otra ocasión》se dijo a sí mismo mientras se acomodaba las correas de la mochila.

Caminó y caminó, apenas siendo consciente de los barrios en los que se estaba metiendo. En su pueblo, no existían las avenidas ni los callejones, solo casas construidas con largas distancias entre sí.

Cansado de tanto caminar y con el cuerpo tembloroso por el frío, se refugió debajo de un tejado viejo. Juntó las piernas al pecho y las abrazó. Si tuviera que utilizar una palabra para definir cómo se sentía en ese momento, probablemente "desesperanzado" sería la más acertada.

Y tal y como había hecho los últimos días, buscó un lugar seco para pasar la noche.

Cuando se fue de casa para viajar a la enorme Seúl, jamás se imaginó que cada noche, estaría buscando un nuevo lugar donde pudiera dormir. Necesitaba un trabajo lo antes posible.

A la mañana siguiente, el sonido de un choque lo hizo despertar. Asomó la cabeza a través de las viejas puertas desgastadas de ese negocio abandonado donde pasó la noche y pudo observar a dos hombres discutir sobre de quién había sido la culpa.

—¿Estás bromeando? ¡Fuiste tú quién lo causó!

—¡Yo no soy el inútil que no sabe manejar!

Y entonces los dos hombres se tomaron mutuamente de la ropa, dispuestos a comenzar una pelea.

Para Jisoo, situaciones así a veces eran demasiado irreales. En su pueblo, cosas como esa pasaban una vez en muchos años, pero en Seúl, los choques parecían ser cosa del día a día.

Tal vez por la lluvia.

Un hombre apareció con una cámara entre las manos y comenzó a tomar fotos desde todos los ángulos posibles, cuando terminó, guardó sus cosas y se fue corriendo. Sin embargo, algo pareció haber caído de su bolso.

Jisoo salió de su escondite y se acercó con precaución hacia el misterioso objeto. Los dos hombres seguían discutiendo bajo la lluvia y parecía que ninguno iba a dar el brazo a torcer.

Un pequeño cuadro negro yacía en el suelo, húmedo: una batería de cámara. Miró por donde el hombre se había marchado y aún podía ver su silueta. Apresuró el paso para ir detrás suyo, pero el hombre era demasiado rápido.

O tal vez él aún seguía débil por su mala alimentación de los últimos días.

Finalmente el hombre entró por las puertas desgastadas de un viejo edificio. Jisoo dudó unos instantes si entrar era la mejor opción, pero algo en su pecho le decía que debía hacerlo.

A pasos temerosos, avanzó, con todos sus sentidos en alerta.

—¿Por qué me sigues?

Pegó un brincó y se giró en busca de la voz. El hombre que había seguido estaba recargado contra la pared, de brazos cruzados y con los cabellos mojados.

—Yo... vine a entregar esto —extendió su mano y el hombre dudó si debía acercarse a mirar o no.

Cuando finalmente lo hizo, tomó la batera entre sus manos, con una expresión de sorpresa en el rostro.

—¿Dónde lo encontraste, niño?

—Se cayó cuando estaba tomándole fotos al accidente. Creí que era algo importante, por eso lo seguí.

El hombre lo observó con detenimiento, aún con la expresión seria y los brazos cruzados a la altura de su pecho. Jisoo por un momento quiso hacerse más pequeño y huir de allí.

—Por tu manera de hablar, deduzco que no eres de aquí, ¿me equivoco?

—N-no. Llevo un par de días en Seúl, pero es más difícil vivir aquí de lo que pensaba.

—De pura casualidad, ¿no buscas empleo?

—Sí, pero nadie me ha aceptado hasta el momento. Dicen que soy muy joven, que necesito una dirección local o que buscan a alguien con experiencia.

El estómago se le revolvió ante la mirada del hombre.

—Creo que yo puedo ayudarte.

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⏰ Last updated: Jan 02 ⏰

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Sun boy [Seoksoo/Kyeomshu]Where stories live. Discover now