—¿Vos conociste a Katya? —le preguntó.

Misha asintió.

—No teníamos trato, La Inmoral la mantenía alejada de todos nosotros, especialmente de gente como yo —dijo con seriedad—. Pero la veía entrenar o en el comedor. Era fuerte, y demasiado feliz.

—¿Demasiado feliz?

—Reía todo el tiempo, como tú antes.

La forma en que Misha dijo eso la sorprendió, parecía incluso una queja. No sabía si por haber sido igual de feliz en el pasado o porque había dejado de serlo, pero por su énfasis en la palabra «antes» supuso que era la segunda opción.

Misha se alejó unos pasos, dando por finalizada la conversación, por lo que Erica no insistió, pues sabía que Vanyusha no permitía que otros hombres hablaran con ella. El único que podía hacerlo libremente era Fosa, y porque enfrentarlo traía muchas consecuencias.

Vanyusha regresó unos minutos después, mientras que Erica pensaba todas las cosas que no podía decir en voz alta. Le contó entre pensamientos a Sveta sobre la muerte de Jack, el nacimiento de su hija a la que había nombrado en honor a ella, y le contó que le atraía mucho su hermano, pidiéndole disculpas por eso. No estaba segura de si Sveta habría aceptado que sucediera algo entre ellos.

—¿Estás bien? —preguntó Vanyusha al ofrecerle su brazo con caballerosidad, para caminar juntos.

—Sí, tenía… mucho que hablar con ella —dijo y le dirigió una sonrisa feliz—. Gracias por traerme, no sabía que necesitaba tanto hablar con ella hasta este momento. Muchas gracias, Vanya.

Él solo asintió con respeto y salieron del lugar para recorrer la ciudad, los bellos parques y distintas zonas turísticas. Erica estaba admirada de la belleza de Moscú, y lo sorprendió cuando le dijo que quería conocer San Petersburgo.

—Entonces iremos ahora mismo, tomaremos un jet —dijo Vanyusha con una sonrisa y le dijo a Misha algo al oído que él asintió, para después alejarse—. Almorzaremos en San Petersburgo.

—¿En serio? —Erica se veía muy sorprendida por eso.

—Por supuesto. Quieres conocer mi ciudad natal, claro que te la enseñaré.

Diciendo eso se subieron nuevamente al auto para poder ir a la residencia, donde Erica necesitaba tomar algunos objetos personales y su pasaporte falso, solo por si las dudas. Además necesitaba avisarle a su maestro que se iría por un par de horas, para evitar su preocupación.

Cuando llegó a la residencia tomó un bolso de mano Gucci que le había regalado Vanyusha, donde colocó algo de ropa solo porque no sabía con qué clima se encontraría en San Petersburgo. Fosa estaba allí en la habitación sentado en la terraza, tomaba un té cruzado de piernas mientras admiraba el jardín de Vanyusha que ya estaba empezando a florecer.

—Nahui, voy a ir a San Petersburgo —dijo Erica de buen ánimo—. Te aviso para que no te preocupes.

Fosa giró la cabeza hacia ella con una ceja alzada.

—Supongo que no puedo negarme a que vayas porque no soy tu padre —siseó—. Llevate un cuchillo. ¿Seguís teniendo el que te regaló Jack?

—Lo tengo, pero lo guardo para ocasiones especiales. Voy a llevar otro bajo la ropa, ¿está bien? —dijo con una sonrisa.

Él dejó ir un largo suspiro.

—Cuidate mucho, Erica. Voy a estar literalmente a ocho horas de distancia de vos, ¿entendés? Si alguien quiere hacerte daño no voy a poder protegerte.

Mörder [ COMPLETA ]Where stories live. Discover now